
Números en la mano y con un ingente trabajo de ortofotografía a sus espaldas, el Arquitecto) Juan Francisco Ojeda Jiménez, marchenero de adopción y lojeño de nacimiento, ha realizado un estudio del número de parcelas residenciales en suelo no urbanizable en Marchena, que ha crecido continuamente de forma exponencial desde mediados de siglo XX a 2019. El número de viviendas en suelo no urbanizable en Marchena, la inmensa mayoría de uso recreativo como segunda vivienda, es de 1.870 en 2019 (casi 15 veces más que las 127 de 1956) si bien era ya de 1.748 en 2010, año hasta el que se produjeron sucesivos crecimientos espectaculares (272 en 1977, 397 en 1984, 581 en 1993, 742 en 1997, 986 en 2002, 1.415 en 2006) simultáneos a la desruralización del campo, ya que las viviendas de uso agrícola exclusivamente han ido descendido. Las variadas causas de este crecimiento que tiene su fase más candente desde los años 80 en adelante con una auténtica explosión en la primera década de siglo, son explicadas por el autor del trabajo, que ha redibujado digitalmente todo el mapa de nuestro pueblo en este aspecto tanto de 2019 como el de fechas anteriores y cuya intención es poner a disposición del público un archivo shape (archivos para programas GIS, como arcGIS o Google Earth) para que todos los marcheneros y marcheneras puedan acceder a esta información, que contará con nuevas actualizaciones próximamente cuando se dispongan datos públicos del próximo Plan Nacional de Ortofotografía Aérea (PNOA). Las parcelaciones en suelo no urbanizable se enclavan en Marchena fundamentalmente en arenas del Andaluciense regresivo, son mayoritariamente segunda residencia extendiéndose a clases medias que tratan de seguir el modelo iniciado por las élites y no son la causa fundamental (en contra de alguna leyenda urbana) de la reducción de la capacidad de un importante acuífero acuciado por los nuevos cultivos de regadío. Asimismo, el trabajo contempla la ampliación de la anchura de los caminos y la creación de corredores verdes en torno a estas parcelaciones, que conecten a la población enclavada en el no urbanizable con el campo y el medio ambiente, pero también a todos los habitantes de Marchena, buscando sinergias positivas y elementos de identidad comunes más allá de las dicotomías legales que a moradores y políticos les preocupan, pues, a pesar del alto número de viviendas en zonas rurales, la población marchenera viene educada de un uso productivo del campo y no ocioso ni compartido por la colectividad o disfrutado medioambientalmente.