Antonio, 84 años de edad, y Manuela, de 79, acuden por su propio pie, con vigor, a la mesa electoral 3.3.B del colegio Nuestro Padre Jesús. -"¿Cuándo os vais a separar?", le saluda en voz alta una voz procedente de las inmediaciones de la mesa 3.3.A; -"¡Cuando nos vayamos al cielo!", exclama Manuela con una energía que contagian al resto de integrantes de mesa, votantes y todo el que pasa por la sede electoral de la barriada de Ciudad Jardín y alrededores. Ambos depositan su papeleta muy satisfechos de haber ejercido su derecho, a las 10:30 horas, y el goteo de electores a esta hora es algo más alto que al principio de la mañana, poniendo el contrapunto jóvenes como Marina, en la primera vez que vota, en la mesa 3.6.B, igualmente muy ilusionada.
La participación ha bajado ligeramente a las dos de la tarde, pero los colegios electorales son fuente de buenos ratos donde, paradójicamente, lo de menos parece, por momentos, la política.
Se va convirtiendo en tradición votar acompañados por los hijos, con lo que al menos por iniciativa de los padres, se les inculca una cultura democrática que harán bien en potenciarla y regenerarla de lleno en el mañana, pues igual que hay abuelos que provienen de una infame dictadura, a sus nietos la democracia tampoco les trata demasiado bien.
El sufragio universal, que se fue ganando poco a poco a lo largo de la historia para personas de toda condición social, y posteriormente para las mujeres, es en casa de Daniel del color verdiblanco del Real Betis Balompié, como atestiguan las camisetas de sus hijos, a los que enseña a ejercer la democracia desde pequeños.
En la puerta, los agentes de Policía Local de Marchena velan por el buen orden y por las calles, la Cruz Roja nos informa de que en la mañana se llenó el cupo de personas para desplazarlas a los colegios a votar, en extraordinaria labor de esta entidad.
Volviendo al interior del colegio, Vemos un rostro al que le brillan los ojos a la hora de votar. Es el de Marina, que espera nerviosa pero paciente a que le revisen su DNI, y deposita su voto por primera vez en su vida en las Elecciones Municipales de 2023. Bienvenida la generación del siglo XXI, se necesita y mucho frente a esa final del siglo XX que para bien o para mal vive a caballo entre el legado anterior y su obligada adaptación al tiempo actual.
En esa misma mesa, la 3.6.B, Desamparados se come las urnas, literalmente, a sus 84 años de edad. Recordamos a los más jóvenes que las primera vez que pudiera votar Desamparados en unas Elecciones Municipales, ya tenía 40 años, en 1979. Le acompañan sus dos hijos, con la cordialidad reinante entre su hija y la presidenta de la mesa, que se conocen y entablan esas sanas ganas de la alegría de verse de cualquier mañana, esta vez mediando urna electoral.
Hace un mes y diez días se estrenó en el Cine Planelles de Marchena la película 'El cielo no puede esperar', por iniciativa de Francisco López de la Cruz, que relataba la vida del joven beato Carlo Acutis, que murió a los 15 años de edad.
Se dice que el cuerpo de Acutis, tres lustros después de su muerte, apareció casi incorrupto. En la mesa 3.3.B, una de las de la Biblioteca de Nuestro Padre Jesús, igualmente indestructible, sigue el jolgorio y la alegría con la presencia de Antonio y Manuela, con las risas que van de una mesa a otra, y una Manuela exultante.
Acutis, como tantos jóvenes de hoy en día, fue ya a principios del siglo XXI un genio de la informática e incluso de las redes sociales. A Antonio y Manuela no le hacen falta seguidores, followers ni histories; su voto ya ha ido a quien ellos hayan decidido.
-"¡Que sea pa bien (el voto) y que haya salud!"expresa Manuela, que recibe entonces un brazo por lo alto, un achuchón de toda la vida, alejado de todo tipo de emojies. Y se van, felices, a seguir su mañana de domingo.
Tienen 84 y 79 años. El cielo puede esperar.
Más imágenes de la jornada electoral (colegios Ángeles Cuesta, San Agustín, Olmedo y Padre Marchena)