Paloma Maza, madre de una joven que estudia en Granada, nos expone un caso realmente preocupante que se dio en la noche del domingo, en relación con la incidencia en Pedrera del tren que une Sevilla y Málaga y que produjo retrasos notables en la llegada a Málaga, tal como una lectora nos informó ayer. Coincidiendo con la información facilitada por esa viajera, la madre de esta joven expone que en Osuna (tras volver el tren que no pudo subir una cuesta en Pedrera por falta de potencia para enganchar tres vagones a otros tres de otro tren), miembros de la tripulación aseguraron a quienes viajaban a Granada que, tras parar en la estación de Santa Ana (a 4,5 kilómetros del pueblo de Bobadilla y a unos 18 kms de Antequera) se les facilitaría el transporte en autobús a la ciudad nazarí, ya que a altas horas de la noche, el último AVANT que enlaza con Granada, ya había pasado. Sin embargo, se vieron solos en una estación sin población alguna cerca, pero afortunadamente fueron acogidos en casa de la revisora de la estación, que se solidarizó con los jóvenes, y a quien esta madre agradece enormemente su gentileza con los cinco chavales (todos ellos de 18 y 19 años de edad y un menor de edad, con 16 años). (Imagen: Márton O.)
Paloma Maza es natural de Granada y vive en Marchena desde hace 22 años. Usuaria habitual de tren durante muchos años, lamenta el retroceso en el número de trenes entre Marchena y Granada y la pérdida paulatina de calidad del servicio.
La gota que ha colmado el vaso es la situación por la que pasaron cinco jóvenes, prácticamente adolescentes. Después de subir al tren de las 19:47 horas del pasado domingo en Marchena, con previsión de llegar a la estación de Santa Ana a las 20:43 horas y enlazar con un AVANT a las 20:55 que los dejaría en Granada a las 21:57 horas, la realidad resultó muy diferente.
"Los dejaron materialmente tirados en medio de la nada", manifiesta Paloma Maza.
Tal y como informamos ayer, el tren no pudo superar una cuesta en Pedrera, poco antes de llegar a la localidad de la Sierra Sur, y volvió a Osuna, donde enganchando seis vagones de dos trenes salieron pasadas las diez de la noche, llegando a la estación de Santa Ana más tarde de las once de la noche. Allí, ni el referido tren de las 20:43 horas, lógicamente, ni un AVE de las 22:47 horas, pudieron tomar.
"Mientras se solucionaba el inconveniente en el tren, les dijeron a los viajeros que los pasajeros que fueran a Granada, en Antequera serían desplazados en un autobús, pero mentira, no hubo ningún autobús", explica Paloma, conforme a se lo transmitió su hija.
La madre de la joven marchenera destaca que "la revisora de la estación de Santa Ana no paró de telefonear a sus superiores y pedir una solución al problema, pero no llegó solución alguna y allí permanecieron en los sillones de la estación, mientras la revisora no paraba de intentarlo".
Finalmente, la revisora, a las doce y media de la noche, "viéndolos tirados en la calle, y siendo uno de ellos un menor de edad, de 16 años, en la puerta de la estación, en una estación que no hay nada alrededor, tuvo a bien acoger a los cinco en su casa; la verdad es que actuó con alma caritativa", agradece la madre, que lógicamente califica la situación de "surrealista" y más agravada aún por la presencia de un menor de edad en esa tesitura. Además de la revisora, un guardia jurado, al que igualmente agradece su actitud, llevó en su vehículo a algunos de los niños hasta la casa de la revisora para que pudieran dormir bajo techo esa noche.
Paloma Maza destaca la importancia del tren para muchos jóvenes que, hoy en día, con las dificultades para adquirir plazas en la Universidad que prefieran debido a las altas notas de corte (aunque concretamente no es el caso de su hija que siempre tuvo como primera opción Granada) tienen como segunda opción la ciudad nazarí, así como muchas personas que se desplazan por trabajo y que toman el tren.
No obstante, en esos momentos de preocupación y cierta tensión, su hija le dijo "mamá, yo no vuelvo jamás a coger el tren en Marchena". Aparte de que el bla bla car, opción que contemplan algunas de las personas hartas del tren, cueste "30 euros", Paloma lanza una reflexión, coincidiendo plenamente con la lectora que ya ayer nos advirtió de los retrasos y mal funcionamiento del tren: "Yo no quiero el tren gratis. Vine a Marchena hace 22 años de Granada y por motivos laborales estuve mucho tiempo cogiendo el tren y había cuatro para allá y cuatro para acá, y en conexión directa, correspondientes a la línea Sevilla-Almería. Ahora, además de que hay menos trenes, tienen que parar en Antequera y hay demasiados retrasos. También, a raíz de las últimas obras, va a peor el servicio. Yo que he tenido que ir a Sevilla a trabajar, hace poco un tren de Osuna de las seis y media llegaba a Marchena con 45 minutos de retraso y tuve que coger el coche. Antes, los problemas eran muy puntuales, ahora se están dando con asiduidad", manifiesta Paloma Maza, que por lo que realmente aboga es por un buen funcionamiento del servicio.
Respecto al caso de su hija y estos cinco jóvenes, el agravante, si cabe, fue "la mentira" que les dijeron en Osuna respecto a que tomarían un autobús en la estación Santa Ana, pues "si en ese momento le dicen que no tendrían medio de transporte a Granada, voy a Osuna y recojo allí a mi hija y duerme en Marchena".
(Imagen: Ideal).
Finalmente, tras dormir en casa de la revisora, en el pueblo de Bobadilla, a la mañana siguiente tuvieron que coger un taxi por 26 euros que les llevara a la estación, donde el lunes por la mañana ya se desplazaron en tren hasta Granada, con algunos perjuicios académicos evidentes como tener que justificar haber llegado tarde a un seminario obligatorio.
"Nos están acostumbrado al mal funcionamiento de tren"
Paloma Maza señala que el servicio de tren de Renfe, en líneas generales, "está destrozado", pues "nos están acostumbrado a ver como algo normal que un tren no pueda subir una cuesta en un tramo donde acaban de terminar unas obras, a que haya retrasos en las obras, retrasos en los horarios y a que las reclamaciones no sirvan para nada", motivo por el que, al igual que la lectora de ayer, han decidido poner su voz en los medios de comunicación.
"Estamos en una sociedad donde hay mucha movilidad, muchas personas trabajando en diferentes ciudades y lugares de Andalucía, y no se les está prestando servicio", a lo cual se suma que ante reclamaciones en situaciones deficientes "no devuelven el billete" ni contestan de forma satisfactoria, convincente ni rápida en Renfe.
Todo ello genera "una intranquilidad constante" en todo el que coge el tren, con la incertidumbre de que en cualquier viaje le pueda suceder una incidencia.
Paloma Maza recuerda que los ciudadanos de a pie somos los contribuyentes de los servicios públicos. En el caso de ella y de su marido, "somos autónomos los dos y pagamos hasta la última peseta" de tasas e impuestos, "y sin embargo no tenemos derecho a nada". Sin embargo, "Renfe se financia con nuestros impuestos y no le da la gana de funcionar", denuncia.