La XXII edición del Certamen Literario Villa de Marchena, Memorial Rosario Martín, organizado por el Departamento de Lengua y Literatura del IES Isidro de Arcenegui, deparó una entrega de premios marcada por relatos y versos de dolor, penas, lágrimas, pero también empatía y solidaridad con los aislados, con los olvidados, con quienes casi imperceptiblemente viven al margen de la sociedad por circunstancias de la vida, de manera que algunos trabajos sirvieron de llamamiento a la compasión y entrega hacia ellos, que pueden estar a la vuelta de la esquina, al lado de casa. La cicatriz de la pandemia, y como diría un buen amigo, de la actitud del hombre en pandemia, sigue abierta, y la literatura premiada en el certamen nos dio la impresión de que testificó el paso de este extraño tiempo por nuestras vidas.
No podemos tampoco afirmar a ciencia cierta todo lo anterior, habida cuenta de que podemos tomar de lo que los relatos y poemas reflejen, una impresión, a veces, apenas una ráfaga, dadas las resumidas intervenciones de los premiados, algunos de los cuales apenas leyeron unas líneas o simplemente destacaron los propósitos o inquietudes que les han llevado a escribirlos y que se podrán analizar mejor en el libro publicado por la editorial del certamen.
Inmaculada Ruiz Laza, profesora del IES Isidro de Arcenegui, presentó un acto amenizado por el piano de Diego Gutiérrez, e incidió en su alocución en la importancia del silencio como aliado de la palabra en el proceso creativo, en el valor de la palabra misma y en la necesidad de la ficción para darle sentido a la existencia.
Más que 'tiempo de silencio', como la obra de Luis Martín Santos, vivimos una etapa de zozobra, en su acepción de "sentimiento de tristeza, angustia o inquietud" no sabemos de si quien teme algo on de quien haya decidido expresarlo, o solidarizarse con los que así se han sentido.
Lo cierto es que ya con las palabras de los premiados en el escenario fueron peregrinando personajes en conflicto, doloridos, independientes, olvidados, tristes, melancólicos, que han querido plasmar en sus obras.
En categoría para menores de 15 años, el accésit recayó en Guiomar González por su relato 'La llave del amor', donde la protagonista baja de la planta alta de un edificio, camina por campos de trigo entre recuerdos y posándose una mariposa sobre su hombro, se acurruca y empieza a llorar.
Celia Zamora, que logró otro accésit 'Dibujando la historia', narra la historia de una joven que toma con celeridad el autobús hacia la Facultad de Astronomía para realizar sus prácticas, mientras que Mariela Luque, segundo premio, esbozó problemas de salud en medio de conflictos bélicos en su relato titulado 'La dichosa Guerra Civil'.
El primer premio en menores de 15 años lo recibió Isabel Conejero, por su relato 'Una promesa inolvidable', que estremeció con las "chirriantes melodías del monitoreo" alrededor de un ambiente onírico y de ensoñación hábilmente trazado en torno a la música y bosques de flores preciosas que flotan por la mente de una persona aparentemente hospitalizada.
Paula Conciençao recogió su premio accésit en la categoría de poesía entre 15 y 17 años, por 'A un libro', carta romántica impregnada de melancolía y simbolismo, a la que siguió un poema de bella hondura pronunciado por Julián Baco, titulado 'Recuerdo de un presente' y con el que el joven consiguió el segundo premiomostrando un extraordinario dominio de la paradoja, el símil y la metáfora; "muerto sin morirme", "corre frío y no sangre por mis venas", poema de besos a pesar de las mareas, de "gota de agua rompiendo el frágil cuerpo de mecratilato", de "reflejos de la nada" que deja en los rostros el "camino de lo prohibido", de sangres fusionadas, de cipreses y lágrimas en ese final lorquiano tan pleno de vigor en la desolación, paradójicamente. La condensación expresiva, ese "desgarrón afectivo" que Dámaso Alonso vería en Quevedo, bien sería aplicable a la intensidad y valía literaria del poema de este joven, no exento de tintes cernudianos.
En esta categoría, el primer premio recayó en Julio Luque, en un poema de recuerdos de vacíos que no se pueden llenar, acompañado de un ambiente gráfico y psicológico otoñal, de hojarascas de hojas que se van, de poderoso intimismo y titulado 'Primer otoño sin ti', en la línea del Modernismo Simbólico de los grandes poetas andaluces como Machado y Juan Ramón.
'No es real', accésit de relatos de la categoría de entre 15 y 17 años, es obra de Marta Guerrero, que valoró la oportunidad de conocerse a sí mismo que ofrece la literatura, y dedicando a su amiga Carmen el premio, citó a Víctor Hugo: "No hay nada como un sueño para crear el futuro". El segundo premio recayó en Elena María Ojeda, con su relato 'Derrotados', en sus propias palabras, "una crítica a las actitudes pasivas con las personas que sufren enfermedades mentales" y que narra la historia de una abuela que entrega a su nieta una carta en la que explica los motivos por los que asesinó a su abuelo.
El primer premio fue para Leonardo Aguilar, con experiencia propia y por tradición familiar en el teatro, dibujo, cine y doblaje y que puso de relieve el carácter motivante de enfrentarse al papel para inventar personajes, por lo que animó a todos a que prueben esa sensación maravillosa, por la que "tú decides con esas vidas" de los protagonistas de los relatos, dijo en valleinclanesca aseveración. Su relato se titula 'Víctor Brown'.
El cartel del Certamen Literario, obra de Julio Espínola, fue colocado en la pared del salón de actos por la autora, que dedicó a su profesor Antonio López y a Lola Zamudio contar con ella y apeló a sensaciones de la vida que sugiere la obra pictórica; tales como respirar y sentir el aire fresco de la mañana y el canto de los pájaros con la ventana bien abierta.
En poesía para mayores de 18 años, el accésit recayó en Manuel Sánchez, por 'Un mar oscuro'. Ausente, la siguiente en recoger idéntico accésit fue Esperanza González del Val, que brindó un precioso poema de lágrimas furtuvas que beben el sol con cada beso, de palabras no dichas, de torturas y aislamientos, con un filo de esperanza entre la navaja del dolor transmitido, y que terminó con la imagen de margaritas creciendo en la empinada cuesta de la vida, y por tanto titulado 'Liberación' de este 'alma huyendo de sí misma' que no es de extrañar que trajera acentos geográficos y poéticos de la buena de Rosalía de Castro.
Segundo premio obtuvo Jesús Cárdenas, con su 'Pretil de lo imposible' que nos acercó a los abismos en un sugestivo poema de una magnífica calidad en el que concurrieron orillas, raíces, surcos, hoyos excavados, el "vaho del cristal quebrado en el corazón disuelto", o una imagen que se pliega "como una ola en mi memoria", imagen poética que no tiene más remedio que llevarnos al Bécquer de las tinieblas y del cendal flotante de leve bruma, perseguidor de sombras.
La poesía "es una fuente de preguntas", manifestó el Primer Premio de esta categoría de poesía para mayores, Leonardo Spínola, que ganó con 'El anciano de la rambla', con el que hizo un llamamiento a acercarnos dedicando tiempo y alma a la pseronas solas, enfermas o mendicantes, a ponernos en el lugar del otro con todas las consecuencias. No se dio lectura a este poema pero bien podría retroaernos al retrato del acero frío de los ojos de la mujer con alcuza y chal de desvaído gris trazado por Dámaso Alonso a la Mujer con Alcuza en la posguerra, como prototipo del personaje en soledad.
Ya en la categoría de relato corto, ausente el accésit Juan Coba, el segundo premio recayó en Juan Carlos Pérez por su relato corto 'Pies sobre albariza (o racimo de uvas y versos)', con el que animó a buscar en lo sencillo hechos extraordinarios, y en el que versa sobre Manuel Barbadillo, que supo compaginar su faceta de empresario vitinícola con la de escritor, y finalmente el primer premio fue para un viejo conocido por estos lares, José Quesada, por su trabajo 'Mañanas de domingo', en la que reivindicó concienciar sobre las dificultades que atraviesan las personas que caen en la soledad, una lacra social, toda una pandemia, según expresó, que trata de visibilizar y hacer palpable en su relato ganador: "Solo hay que mirar al compañero, al vecino y seguramente encontraréis a alguien que sufra lo que el protagonista de mi relato". José Quesada tiene la virtud de transmitir un sentir poético, por sus contenidos volcados a temas sensibles en lo personal y en lo social, y así sucedió con este nuevo primer premio con el que se alza este ya icónico participante del Certamen Literario.
Los últimos premios en entregarse fueron los de ensayo, categoría en la que Jesús Cárdenas consiguió accésit con 'La luz y la pintura en Francisco Basallote', que le sirvió para descubrir un poeta y persona "admirable" que destacó por sus versos sobre el paisanaje de Arcos de la Frontera, mientras que el estudio diplomático de 'Las actas capitulares de Marchena de 1530' le reportó el segundo premio a Juan Francisco Pérez, que le dedicó el premio a su abuela y subrayó el rico patrimonio local documental que debe ser puesto en valor.
Manuel Antonio Ramos se llevó el Primer Premio de Ensayo con su trabajo titulado 'La casa de Rosario Martín', en memoria de la profesora de Lengua y Literatura que da nombre al certamen y que dejó huella por su magnífica labor en el IES Isidro de Arcenegui, que le ha servido de paso para estudiar la historia de los torreones intercalados y la arquitectura de ese balcón que sobresale y donde vivió la profesora en calle Las Torres viendo pasar la vida del pueblo y de sus gentes.
Finalmente, Gloria Montes, portavoz del AMPA y Zaida Roldán, concejala de Educación del Ayuntamiento de Marchena tomaron la palabra para felicitar a los ganadores y al centro educativo por este certamen que sirve para expresar sentimientos e ideas y compartirlo con los demás, mientras que el director, Pedro Ortiz, animó a todos a perder el miedo y desarrollar la creatividad y el pensamiento en una sociedad en la que "los hombres de ciencias y letras son más necesarios que nunca" tras la situación de pandemia y nuevos conflictos bélicos que se viven.
Así transcurrió esta entrega de premios del Certamen Literario Villa de Marchena, Memorial Rosario Martin, en el que ya sea de forma sobria, dolorida, pasional, íntima o simbólica, la proyección de las reflexiones y sentires de los escritores trazó, reflejo o ahondó en profundos penares y 'Soledades', título que grandes como Góngora y Machado en el Siglo de Oro y a principios del XX dieron a dos muy representativas obras de sus legados y que podemos hacer extensivo, en su sentido etimológico, al "pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo", que nos pareció visible y latente en una nueva edición 'vencida de su espada", donde poetas y novelistas, en muchos momentos, 'no hallaron cosa en qué poner los ojos que no fuese recuerdo de la muerte'.