Opinión

 

the ghost 2

 

 LA MALDICIÓN DE LA MANOLITA, CAPÍTULO VI. RELATO FICCIÓN.  El desubicado, la traductora de animales, la que "no es oposición", el cocinero rojo, el Rey republicano y el proscrito siguen en su curso para la operación rescate de la amada de este último, atrapada en 'la fábrica de concejales'. De por medio, recorrerán lugares emblemáticos de la Villa de la Más Grande, y serán testigos de pasajes propios de románticas películas. (Imagen: Getty).

 

 


 

 

Una extraña sensación se adueñó del proscrito al mirar a su alrededor y observar el grupo de aliados que poco a poco se habían ido adhiriendo a su singular tribu: dos comunistas, que sobre todo eran buenas personas; una muchacha apasionada por los animales, el desubicado y su inquebrantable simpatía; "la que no era oposición", que seguía en el macetero y que a duras penas intentaba salir de este y, por último, el que iba dejando cosas, que aunque no estaba presente, iba a seguir dándoles pistas por la famosa red social seguramente utilizando la multitud de cámaras que velaban por la "seguridad" de los buenos ciudadanos de la Villa entoldada.

 

 

El hombre, cuyo único objetivo era rescatar a su amada de la peculiar fábrica de concejales de la que por fin conocía la ubicación, los miraba con cierta ternura intentando escudriñar en cada uno de ellos los motivos por los que; como si de apóstoles se tratará, habían decidido seguirlo. Y, aunque todos tenían como denominador común cierta antipatía hacia la Dueña y Señora de la Villa, esta animadversión a La Más Grande no era el motivo por el que ahora habían creado esta peculiar alianza.

 

El rescate de la amada del proscrito podría parecer una buena causa para que un grupo de comprometidos ciudadanos unieran sus fuerzas, pero la serie de catastróficas desdichas que asolaban al municipio, atribuidas a La maldición de la Manolita; era en realidad el leitmotiv que los empujaba a seguirlo cuál Mesías, pues aunque él aún lo desconocía, poseía la clave para resolver el misterio que se ocultaba tras la maldición

 

“La que no era oposición” salió por fin del macetero y mientras lo hacía miró al cocinero rojo con una complicidad que indicaba que nada de lo que estaba sucediendo era fruto del azar. Mientras tanto, el Rey republicano le hizo un gesto al desubicado, que asintió con la cabeza a la vez que tocaba en el brazo a la traductora de animales para que esta se dirigiera al proscrito, que estaba entretenido mirando una larga fila que se había formado en la plazuela.

 

- Tenemos que ir a la fábrica de concejales, no hay tiempo que perder, dijo la mujer a nuestro protagonista, que seguía obnubilado observando a la gente que continuaba engrosando la fila.

 

- ¿Por qué hay tanta gente haciendo cola?, no le quedó más remedio que preguntar al proscrito.

 

- Van a comprar churros, una tarea que requiere bastante tiempo, repuso el cocinero rojo.

 

-¿Churros? ¿Cómo van a comprar churros ahí, sí ese edificio es el de la Seguridad Social?, preguntó extrañado nuestro protagonista.

 

- ¿Pero tú de dónde vienes?, lo Interrumpió sorprendida “la que no era oposición”. -Desde el "churrigate" a la más grande no le quedó más remedio que expropiar el edificio donde se arreglaban las pagas de nuestros abuelos y pensionistas para que el dueño del negocio pudiera ejercer su actividad sin ser criticado por las malas lenguas que abundan en la villa.

 

-¿El churrigate? , inquirió extrañado el proscrito, provocando que ahora fuera el desubicado quien le diera la siguiente explicación:

 

churros

 

seguridad social

 

-Cuenta la leyenda que hubo una Semana Santa en la que se armó un escándalo en la Villa por la ubicación de un puesto de churros. El sitio elegido era cojonudo para el negocio, aunque incómodo para los vecinos, pero finalmente el puesto se ubicó en aquel lugar y al titular del puesto le pareció buena idea quedarse allí a perpetuidad; a lo que La Más Grande accedió sin rechistar, pero para evitar a los chungos del pueblo y sus críticas gratuitas en vez de dejarlo continuar en los aparcamientos de la plaza decidió desahuciar del edificio de enfrente al Instituto de la Seguridad social y poner la churrería allí, ya que un buen gestor debía dar solución a problemas importantes y ese lo era.

 

- ¿Y dónde va la gente ahora a hacer las gestiones sobre sus pensiones? ¿Por qué eso sí que es relevante?, volvió a la carga el proscrito.

 

-En nuestra Villa ya no es necesario ese asunto, puesto que, la que todo lo puede y la que también ahora todo lo ve se encarga de que aquí nadie pase hambre al ser su camión de los dineros un pozo sin fondo. ‘Pórtate bien y no te faltará de nada’. Es uno de sus lemas. ¿Nunca lo habías oído?, intentó zanjar el tema "la que no era oposición". 

 

Cuando el proscrito parecía haberse quedado tranquilo con la explicación, de pronto; por sorpresa, delante de él cruzó un señor uniformado que en la nuca tenía tatuada la palabra "jefe" y que se dirigía raudo y veloz a la churrería corrigiendo y reprimiendo a todos aquellos que guardaban de manera errónea su turno en la cola.

 

policía ok archivo

 

-¡Señores! El plan de seguridad. ¡Respétenlo! ¡En beneficio de todos! ¡No obstruyan las salidas de la churrería!, gritaba encolerizado.

 

- ¿Quién es? , preguntó de nuevo el proscrito.

 

- Es el nuevo Jefe de Policía, tanto él como La Más Grande están obsesionados con la seguridad y las vías de evacuación, por eso es fácil verlo por esta zona intentando poner orden, ya que para la más grande las churrerías, las puertas de los bares de la calle San Pedro y las sedes provisionales de las bandas de música son un foco de peligro.

 

- ¿Las sedes provisionales de las bandas de música? ¿Y eso?

 

banda villa desalojo

 

- Veo que andas muy perdido. A los músicos de la banda del Pichardo les gustaba almacenar una botellita de propano en su sede, ya fuera definitiva o provisional, por si se terciaba hacer un arrolito y eso era inadmisible para la seguridad municipal y por ello merecieron ser desalojados; por qué a saber en qué estará pensando un músico con un trombón y un propanito, le dijo el Rey republicano para terminar esta conversación que se estaba yendo por las ramas.

 

No había terminado el comunista de hablar cuando un artefacto similar a un dron se situó sobre la cabeza del proscrito emitiendo un sonido ensordecedor.

 

-¡Criticones, criticones!, gritó alguien desde la fila mientras señalaba con dedo acusador al grupo de seguidores de nuestro protagonista haciendo que el público que hacía cola se dispersara despejando la entrada de la churrería.

 

- Nos han descubierto. Tenemos que escapar, dijo el Rey republicano dirigiéndose todos al único lugar al que tenían acceso; el antiguo edificio de la Seguridad Social, ahora convertido en puesto de churros.

 

Entraron corriendo y observaron sorprendidos que dentro no había nadie, solo un pasillo vacío con una serie de salas, todas ellas cerradas y rotuladas con letreros en sus puertas que el proscrito leyó de uno en uno:

 

-Sala 1: Solicitud de churros a través de la Oficina Digital del Ayuntamiento.

-Sala 2: Presentación de instancia con memoria de motivos por los que te apetece comer churros.
-Sala 3: Seguro de responsabilidad civil por si te quemas comiendo churros o chocolate (excluido café)

-Sala 4: Pago de fianza.

-Sala 5: Recogida de dictamen técnico que establece si puedes o no comer churros.

-Sala 6: Freidora.

 

El proscrito, al finalizar de leer, miró con cara de circunstancias a sus acompañantes, que encogían los hombros sin saber qué decir. Entretanto, tras la puerta de la sala de la freidora, se escuchó a alguien hablar:

 

-Si me vas a enseñar a hacer churros tendrás que poner la canción, dijo tras la puerta una inconfundible y poderosa voz de mujer comenzando al instante la siguiente melodía.

 

-"Woah.. My Love/ my darling/I've hungered/For Your touch.........."

 

-Ohhhh. ¡¡Qué bonita!! Es la canción de Ghost, intervino emocionada la Traductora de animales, que había permanecido en silencio mucho rato.

 

-¿La canción de Ghost?, preguntó perplejo el cocinero rojo.

 

the ghost

(Imagen: Getty)

 

- Sí hombre, la canción de cuando el Patrick Swayze coge por detrás a Demi Moore para enseñarle a modelar barro, aclaró "la que no era oposicion" haciendo que todos recordaran al unísono ese tórrido y mítico momento cinematográfico de extremada pasión.

 

Pero, tras varios segundos que parecieron una eternidad, el proscrito y sus amigos cayeron en la cuenta de que allí dentro no estaban ni Patrick Swayze, ni Demi Moore, ni había torno de barro para modelar; allí solo había harina, aceite muy caliente y una canción que seguía sonando.


Entonces comprendieron que era el momento de huir y olvidar.