Juventud

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La marchenera Julia Ponce presentó este lunes en la Sala Carrera su cortometraje de tesis; Soredia, un trabajo filmográfico que abarca en detalle la mirada de una joven estudiante francesa que trata de integrarse junto a sus nuevas amigas estadounidenses en California. La poderosa perspectiva con la que la directora de cine de nuestro pueblo construye el personaje principal, desde lo sutil y el detalle; el acierto descomunal en los paisajes de montañas y ríos que abrigan los veinte minutos de film, la combinación brillante de palabra, música y silencios, o la capacidad interpretativa loable de las jóvenes actrices, entre otras muchas cualidades, hacen de Soredia un cortometraje que va mucho más allá de unos simples días entre amigas.


Esta presentación, que conllevó un lleno absoluto de la Sala Carrera, con alta presencia entre el público de alumnado del IES Isidro de Arcenegui y Carmona, el instituto donde estudió Julia Ponce, pero también de paisanos de todas las edades e  inquietudes, se enmarcó dentro de las actividades en fomento de la igualdad y promoción de la mujer que organiza el Área de Igualdad del Ayuntamiento de Marchena.

 

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Las representantes del Centro Municipal de Información a la Mujer y la concejala de Asuntos Sociales e Igualdad, Mercedes Abadía, dieron la bienvenida a la cineasta, con la lectura por parte de la concejala de parte del extenso y muy meritorio curriculum de Julia, incesante en su trabajo cinematográfico tras cursar estudios de Doble Grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III, donde comenzó a venirle con fuerza la inquietud por ser cineasta, ya desarrollada con su culminación de la carrera en la Universidad de California (Estados Unidos), territorio emblemático del séptimo arte donde ha comenzado a producir un buen número de cortos que ya la han llevado a festivales por todo el mundo, y donde se aprecia ese cuidado por el lirismo que pudimos ver en Soredia, su cortometraje de tesis que le ha valido el premio al mejor corto estudiantil en el Festival de San Diego, entre otros reconocimientos.

 

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Podríamos extendernos en su curiculum ampliamente, pero ya lo hicimos antes de la presentación, y como diría aquél con el 'he venido aquí a hablar de mi libro', los umbrales del acto dejaron palabras de orgullo de la concejala hacia la trayectorida de Julia Ponce y a la mirada femenina de su cine, que como dijo la cineasta, no tiene por qué ser distinta, sino "la mirada".

 

A continuación, se apagaron las luces de la sala y se encendió Soredia, que prende en el espectador una llama de esperanza en el buen cine que encuentra en lo íntimo y en el detalle la fuerza de la expresión, que alterna las perspectivas para no perder el enfoque general, pero que ejerce su fuerza centrípeta alrededor de la mirada de Lucie, la protagonista, una actriz entregada a su papel, desde el que la personaje que representa aprecia un nuevo ámbito social y de vida en el que, paradójicamente, vuelca todas sus vacilaciones y va encontrando su camino a través de ellas. Todo ello, con el arte añadido de no dejar atrás, coaligada con lo anterior, la mirada con que las demás ven a la protagonista.

 

No podemos contar 'el libro'. Ni es de rigor ni, en este caso, el espectador merece que se le destripe y no se le permita descubrir por sí mismo el encanto que desprende este cortometraje.

 

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No obstante, la película, más allá de la construcción de las relaciones personales  cotidianas que explora la cineasta, ofrece un cine de contrastes entre lo poético, que todo lo atraviesa, y lo científico; enclavado en una naturaleza sin raíces pero con simbiosis que parte de una escena suprema del comportamiento de los soredios de los hongos. De ahí parte la luz, en su acepción de motor de vida, y de la luz personal de los protagonistas partirá el autoconocimiento, la toma de decisiones: la evolución que a sus personajes en todo arte e igualmente en el cine, como en la literatura, saben otorgar los buenos guionistas a los protagonistas de sus obras y a lo que le rodea, que en este caso va determinando el comportamiento de ella, y a la vez quedando determinado por las fuerza magnéticas que se concentran alrededor de Lucie.

 

Hay música, de muy diferentes géneros, empleadas con brevedad y maestría por Julia Ponce, en momentos sumamente interesantes (si es que en Soredia hubiera alguno que dejara de serlo), y hay silencios, y quietud y movimiento y planos del todo y panorámicas colosales de cómo la protagonista percibe ese mundo de sus nuevas amigas, en torno al cual aparecen deseos en conflicto expresados con fuerza radiante, pero, de los que a su vez, queda sutilmente la prolongación que se debe inferir, incluso de lo que la protagonista no haya dicho, o no haya hecho.

 

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Precisamente, nos comentaba Julia Ponce a la finalización de la proyección de Soredia, que "el deseo como fuerza motriz" es una de las claves del cine que está haciendo y que estos días la lleva al Festival Internacional de Málaga, donde probablemente vuelva a encontrarse con Antonio Banderas (en el ameno coloquio comentó que se lo había encontrado en los pasillos de la presentación de una de sus películas).

 

Agradecida al Área de Igualdad del Ayuntamiento de Marchena y al público que llenó el recinto, nos atendió gentilmente para comentar en nuestro particular coloquio que su cine versa mucho sobre "la identidad y el desarraigo, dónde nos encontramos a nosotros mismos, y que grabe en Los Ángeles (concretamente Soredia comentó que se ha filmado en un bello pueblo de montaña a una hora de la capital californiana) o en Marchena,  las cosas que te motivan son las mismas, si bien hay algo que el contexto o el paisaje te da y es diferente en unos sitios y en otros, además, tengo muchas ganas de rodar en España, si se consigue financiación,", declaraba.  De hecho, su primer largometraje, que se encuentra en ciernes, Digital Dolls, tendrá rodaje en Marchena y se incluirá ficción y animación alrededor de una joven que alrededor del año 2000 se enfrenta a los nuevos mundos de internet.


Incidía Julia Ponce en el deseo como fuerza motriz de su cine, y dentro de éste, en "el deseo femenino en espefícico", presente en sus obras: "Aunque haga una comedia de terror, o algo intimista, están ahí siempre", como evidentemente lo percibimos en Soredia, donde reflexiones, deseo y atracción ruedan imantados en el filme.

Entre sus referentes, se encuentran un ramillete de excelentes directoras de cine mujeres. De Lucrecia Martel, argentina, destacaba que "utiliza el sonido como forma de hablar de lo sutil y dejar las imágenes en segundo plano". También se declaraba admiradora de Alice Rorhwacher, que crea "unos dramas interesantísimos con un rollo lírico para explicar lo cotidiano que me gusta muchísimo". Y entre las muchas españolas que aprecia, mención especial a una directora que ha llegado a la cúspide con Alcarrás pero de la que ya disfrutamos de una película de tal especial sensibilidad como Verano 1993 hace unos años, Carla Simon, cuyo cine "es una cosa preciosa". Gusta también Julia de ese cine de raíces íntimas al que entras "de una manera visceral", ejemplificado en esa línea seguida por Víctor Erice en obras monumentales como 'El espíritu de la colmena' o 'El sur'.

 

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La marchenera, en un país como España en el que el cine no se incentiva lo suficiente, como comentó en el coloquió, le costó "darme cuenta de que había gente que dirigía películas", pero su inquietud le llevó a ser cineasta y dejarnos ya desde sus principios estos guiones tan bien construidos y trabajados en cortometrajes como Soredia, del que compartió con el muy participativo público su fase de creación, presupuestos, casting a actrices que han hecho el corto de manera altruista en una ciudad de oportunidades, pero detrás de las que hay mucho sacrificio y paciencia como Los Ángeles antes de dar saltos profesionales de consideración, su vida en la ciudad californiana con gran entusiasmo y conocimiento de un mundo cinematográfico donde la formación es excepcional y muy práctica, a diferencia de una España donde lo más moderno que vio fueron cámaras con cintas hace solo unos años, y las aventuras para moverse en un país gigante en lo geográfico y variopinto en lo social como Estados Unidos, el sistema de 'mecenazgo' con el que las empresas apuestan por financiar a iniciales proyectos cinematográficos y donde el trabajo creativo está valorado, aspecto que reivindicó Julia intensamente.

Habló Julia Ponce de que "el éxito es relativo y todavía soy una pringá", bromeaba en ese coloquio con el público en el que también intervino Mari, una actriz local como la copa de un pino que nos ha deleitado tantas veces en la compañía Muñoz Seca que Manuel Álvarez Parra creara y en otras obras de teatro aficionado, y a la que entusiasmó el cortometraje. Hubo preguntas interesantes como cuánto de Julia hay en Lucie, quizá "algo más de lo que yo misma creía", respondía la cineasta.

 

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Y al igual que preguntas, respuestas muy certeras e interesantes: "El cine no es como un libro, en el corto se juntan todas las herramientas", incluida música y silencios que tanto hablaron en Soredia, cortometraje que con 60.000 dólares de presupuesto (una minucia al lado de lo que se necesita), seis días grabando y seis meses editando sobre 'el bruto', ha cristalizado respondiendo a la filosofía de la cineasta marchenera, en cuanto a que "gran parte de nuestra identidad no ocurre en el reflejo del espejo, sino en la mirada de los demás; transmitiendo, como declaraba la propia Julia, que "el cine que me gusta es de lo cotidiano, del día día y de las cosas que pasan cuando no tenemos los ojos abiertos esperando a que ocurran".