Hace unos días tuvo lugar un acontecimiento lleno de simbolismo y de esperanza en el IES Isidro de Arcenegui y Carmona, donde recaló un olivo centenario, gracias a la donación de Manuel Álvarez Sevillano, agricultor marchenero. A juzgar por la emoción, tanto del propietario, como de los alumnos y alumnas del instituto marchenero, podemos asegurar que queda a buen recaudo este árbol legendario que se va perdiendo en favor de los pequeños olivos intensivos. Los olivos forman parte del Patrimonio Natural, pero también del humano e inmaterial de nuestra tierra, Andalucía, a la que los jóvenes estudiantes han rendido honor con este gesto precioso y con el cariño que han volcado para recibirlo en su centro educativo.
VÍDEO CEDIDO POR EL IES ISIDRO DE ARCENEGUI
Por los olivos vienen gitanos de bronce y sueño, los hay en torno a lluvia oscura de luceros fríos y juncos y penumbras en la orilla, y por los que la niña del bello rostro sigue cogiendo aceitunas. Son campos de olivos que se abren y se cierran como abanicos, por citar solo alguno de los versos del insigne Federico García Lorca, que quien sabe si bajo los olivos duerme, a causa de unos indecentes.
Antonio Machado (se nos ha perdido el sombrero de tantas veces quitárnoslo) los ubicó como enclaves que dan sombra a hombres pensativos y a aguas transparentes y situó la crónica social de la primera Andalucía del siglo XX en torno a ellos: "olivar y olivo, bosque y raza, de los fieles al terruño, y al arado y al molino, de los que muestran el puño al destino", olivares de capachos, gañanes, arrieros y trabucaires bandoleros...olivos prendidos cual bordados alamares, grises absorbidos por el calor que seca hasta los recuerdos, viejos, sedientos y polvorientos o simplemente olivos, en el paisanaje, entre los cortijos blancos.
Ahora, los olivares, símbolo de civilizaciones y de paz, del alimento, de los viejos dioses y de la ciudad de Atenas, van camino de ser definitivamente, en un puñado de años, pues eso, un mito, un ayer, para dejar el paso al hoy de la agricultura intensiva que multiplica la producción...y el gasto de agua (en contra del escaso consumo del de secano), como denuncian los alumnos y alumnas y profesorado del IES Isidro de Arcenegui, que defiende a capa y espada además de la representatividad de este árbol tan nuestro, su valiosa función en la naturaleza, refugio de numerosa fauna por donde saltaban pájaros o gemían mariposas, subraya un bello poema creado para la ocasión.
'Te cambio un planton por un olivo centenario' es el título de la campaña que comenzará en breve, impulsada por el IES marchenero. La productividad, la reducción de la mano de obra, pueden ser, quién sabe, si ojalá, hay una vuelta de tuerca en el futuro, el fin del olivar, de su apego sentimental a las raíces de una tierra y de su gente, y el principio sin duda de un shock de tristeza cuando se pasean por esos campos donde su ausencia se va notando.
Para no olvidarlos, para que no queden tirados por algunos campos o por la Vía Verde, como se ha podido comprobar en ocasiones, el IES Isidro de Arcenegui plantea que no mueran y que se replanten en centros públicos, como este instituto, donde se llevó a cabo su transplante el pasado jueves.
Hay que cuidarlos, porque como la Muralla de Marchena, que se recuerda como ejemplo de bien patrimonial que fue tantos años descuidados, forman parte de nuestro patrimonio, expone la profesora Celia Álvarez, que ha impulsado esta iniciativa con compromiso y entusiasmo a partes iguales y que destaca la "emoción en sus ojos" cuando se refiere a Manuel Álvarez Sevillano entrando al IES Isidro de Arcenegui para dejar allí su olivo centenario en detalle al que el centro educativo se muestra enormemente agradecido, pues generaciones de agricultores lo cuidaron con mimo y esmero, una detrás de la otra.
Ni acabarán perdidos y olvidados, ni de ellos se hará leña, si todos actúan como el IES Isidro de Arcenegui, que reivindica, que, pese a todo, estamos a tiempo de que no desaparezcan los olivos y grita bien fuerte, porque los motivos sobran, que luchemos por él en esta por siempre Marsen'ah de los olivos.