Cultura

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Jesús Solano le regaló a su mujer un par de castañuelas hace tres décadas, pero no fue hasta hace dos años cuando por una fractura del radio del brazo derecho, comenzó a hacer ejercicio con las castañuelas comprobando que le reportaba "ganar agilidad en los dedos y sentir la mano menos atrofiada", además de aliviar la desviación que sufre en una de las muñecas como consecuencia de dicho percance. De ahí en adelante, este gran aficionado y estudioso de diversos instrumentos musicales, no para de sorprenderse de la riqueza musical y cultural de las castañuelas, instrumento cuya práctica está decayendo porque "tienen un grado de dificultad técnica mucho mayor del que la gente piensa". Acumula 180 castañuelas distintas en una colección con piezas procedentes de todo el país y que ha expuesto en el colegio de Santa Isabel, donde ha impartido una conferencia que ha causado enorme expectación entre niños y niñas y toda la comunidad educativa en general.


Jesús Solano nos recibe en su cuartel general con varias cajas llenas a rebosar de castañuelas de diverso tamaño y forma que reconoce par por par y haciendo la carretilla con la castañuela flamenca para ir cogiendo compenetración entre mano y mano y progresiva velocidad en el sonido, lo cual nos explica con suma precisión desde la colocación a la ejecución de los movimientos y reiterando que a partir de la referida lesión "noté que con las castañuelas mi rehabilitación ganaba más de lo normal y en agradecimiento a la recuperación que noté, inicié el estudio de las castañuelas, un instrumento fascinante, amplio y que he conseguido tocar al menos decentemente", expresa.

Aparte de la conferencia que ha impartido en el colegio de Santa Isabel de Hungría tanto a alumnos de Infantil como de Primaria y Secundaria, tiene previstas otras en Córdoba y Sevilla, pues la variedad de su colección es tal que representa significativamente el mundo de la castañuela en nuestro país, con algunas reseñas inclusos de las que se tocan en el extranjero.

Los alumnos, cuando vieron todas expuestas y escucharon los diferentes sonidos de las castañuelas, quedaron prendados: "Han descubierto que este instrumento va mucho más allá de lo que ligeramente conocen de ver en la Feria de Marchena o en la de Sevilla, comprobando que es parte de toda la geografía española y están estrechamente vinculadas a diversos folclores", explicaba, si bien estimando que "en Andalucía es donde más arraigo tienen por su conexión con los bailes populares".

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Como a continuación nos hace ver, cuenta con una colección en la que tiene piezas que ha conseguido por internet, otras de fabricación propia, algunas históricas incluso con siglos de antigüedad, y de una enorme disparidad de regiones, destacando las muchas con las que cuenta de Castilla y León, especialmente Zamora, o de las Islas Canarias.

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Sobre el origen de este instrumento, afirma que "hay quien considera que el origen de las castañuelas, o al menos una forma menos evolucionada de ellas, son los palillos o tejoletas, consistentes en dos láminas de madera, barro, teja o incluso dos piedras que colocadas entre los dedos y mediante un movimiento de muñeca se hacen repicar, y con habilidad y práctica se pueden obtener diferentes ritmos de acompañamientos, ésta técnica sirve también para tocar cucharas o cualquier otro par de objetos alargados y planos.  De hecho, en ocasiones, se aplica indistintamente el nombre a uno u otro instrumento, denominándose también Tarrañuelas, Tarreñas, Castañetas o Palillos, entre otros, tanto a las castañuelas como a las tejoletas. El término tejoleta se suele reservar para los instrumentos de barro o ‘teja’ y a veces se fabricaban de restos de piezas rotas de platos o cántaros. Su forma y tamaño varía mucho y su fabricación suele ser bastante libre, aunque  sí existe una cierta tipología según las comarcas, desde un rectángulo alargado y estrecho, o más ancho con una hendidura para colocar los dedos a formas redondeadas que se ensanchan en su parte inferior formando una pala y rebajando la parte correspondiente a los dedos", comenta Jesús Solano: "Existen casos, como los modelos de Cuéllar (Segovia), en que el instrumento presenta dos palas, con un estrechamiento. En la parte central para los dedos de forma que al tocar, entrechocan por encima y debajo de los dedos, siendo una técnica algo más compleja que las tradicionales de palas más corta. Las maderas que se emplean son preferentemente duras, Haya, roble, boj, encina  y modernamente, maderas de importación  como ébano o granadillo".

Añade que "son más incómodas de tocar mientras que actualmente, se fabrican más delgadas, entre 0,5 y 1 cm.  su longitud oscila entre los 10 y 20 cm. y su anchura máxima entre 3 y 6 cm.  siempre  medidas orientativas. Era habitual que una vez talladas y pulidas, se ‘frían’ ligeramente en aceite o se asaran en el horno previamente impregnadas en dicho producto, este proceso, empleado también en otros procesos artesanales de la madera, mejoraba las cualidades de dureza y conservación del material. Con el mismo fin, en ocasiones, se quemaban los bordes que van a entrechocar.  Como es natural, dependiendo de la madera, el grosor, influye en  el sonido, por lo que quien las emplea ‘profesionalmente’ poseen varios ejemplares que eligen según el momento.     Normalmente se tocaban un solo par,  aunque en ocasiones, instrumentistas más hábiles hacen repicar con ambas manos simultáneamente.  También se dan casos de tocar tres, en vez de dos tablillas, lo que  produce un sonido más abundante, en éstos casos, la tercera tablilla suele ser más pequeña".

La idea vehicular de la importancia de las castañuelas es que responde al instinto o inquietud musical del hombre desde tiempos inmemoriales, al punto que se configuran como un instrumento "que se ha ido transformando desde la Prehistoria, cuando se representaban danzas en las que los humanos hacían chocar piedras o creaban ritmos con ellas".

Respecto a las castañuelas propiamente dichas, afirma Solano que " es impresionante la gran cantidad de formas y tamaños que existen en nuestra cultura tradicional, a veces dependiendo de las zonas y en otras, coexistiendo en un mismo lugar. El nombre de castañuela, o castañeta, designación más común hasta el siglo XVIII, parece proceder de su semejanza con el fruto del castaño, aunque  en las citas literarias y en los diccionarios antiguos como el de Nebrija (s. XV)  se emplea para definir, el  chasquido que se hace al frotar los dedos contra la mano, lo que hoy llamamos ‘hacer pitos’. Algunos diccionarios más modernos, como ‘El Tesoro de la Lengua Castellana o Española’ de Covarrubias añaden que ‘ para que suene más, se atan al pulgar dos tablillas  cóncavas  y por  fuera redondas a modo de castañas’. Aún en la actualidad  existen unas castañuelas muy pequeñas, de apenas 4 ó 5 cm de diámetro que se colocan y tocan de esa forma y se denominan Pitos".

Incide en que "no queda pues claro si fue antes el sonido o el instrumento, durante mucho tiempo se utilizó indistintamente para definir a ambos.  Otros nombres que reciben, según lugares son ‘postizas’, en Valencia, ‘Chácaras’ en Canarias (Islas de Hierro y la Gomera), “jotáneos”  o pulgaretes en Aragón, y en Euzkadi, “Castanyoles”.

"Es increíble también como un instrumento aparentemente sencillo comprende una estructura compleja, fascinante", manifiesta Jesús Solano: "La mayoría de las castañuelas, se tocan por pares, una en cada mano, y cada una de ellas consta de dos piezas simétricas, convexas por la parte exterior que se llama (concha)  y  ahuecadas en su parte interior para aumentar su sonoridad, este hueco se denomina corazón y puede ser de diferentes formas y tamaños, redondo, cuadrado, triangular, en forma de estrella u otros.  La cara interior de cada pieza no suele ser totalmente plana, sino que es más prominente por la parte inferior,  de manera que el golpe se produce tan sólo en éste punto, llamado yunque, de ésta forma el sonido producido no se ‘ahoga’ y sale más limpio y claro".

"A diferencia de las tejoletas, las dos piezas de la castañuela  están unidas por su parte superior  mediante un cordón que las atraviesa por dos puntos, llamados orejas o cejas, y sirve también para fijarlas a los dedos", explica, señalando en cuanto a las orejas que "sus formas son también muy variadas, y pueden ser desde casi nulas a excesivamente prominentes, así como el tamaño no es estándar, salvo en las actuales castañuelas de ‘flamenco’ o ‘concierto’ que más comúnmente se comercializan en la actualidad".

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Es en este punto cuando a Jesús Solano se le hace el brillo en los ojos al enseñarnos unas de las castañuelas más grandes, las ibicencas: "Pueden alcanzar más de 20 cms de largo y de 10 a 11 de ancho, y casi 5 cm de espesor. Por ser tan  gruesas, no se emplean para repicar  con ellas, colocadas en los dedos,  medios y anular de cada mano, se producen golpes secos y ritmos pausados, recordando las pisadas de caballos".

"Lo mismo podemos decir de las Chácaras Canarias, en forma redonda o las grandes castañuelas de algunas comarcas de León y Asturias, en los pueblos de los Picos de Europa", que también nos enseña.

"En el otro extremo se encontrarían los ya mencionados Pitos, de pequeño tamaño que se colocan en el pulgar. Entre ambos existen numerosas variantes, siendo el tamaño más abundante el que se puede colocar en el interior de la palma de la mano. Sus formas son ovoides, redondas, cuadrangulares, o triangulares..."

El material más empleado en la construcción de las castañuelas es la madera, preferentemente, como las anteriores,  de gran dureza como el boj , la encina, el  nogal, el  haya o árboles frutales del lugar y en la actualidad el palo santo ó granadillo que parece ser la preferida de los ‘concertistas’.

También se han empleado otros materiales, especialmente en la vertiente no popular  como el marfil, hueso (para pitos) metal y actualmente Tela prensada, Fibra de vidrio, mezcla de papel prensado, de metacrilato  o ebonita: "Existen excelentes constructores profesionales de castañuelas, especialmente de ‘flamenco’ y ‘concierto’  incluso en Estados Unidos, en donde se han fabricado piezas de gran calidad", apunta Jesús Solano, que aprecia y valora como en el mundo de las castañuelas se mantiene la costumbre de lo artesanal en ciertas zonas, fabricándose instrumentos de gran calidad: "Los modelos tradicionales para el folclore regional,  suelen ser fabricados por pastores o artesanos  de las distintas comarcas peninsulares, en éstos casos suelen estar decoradas con tallas y dibujos de gran belleza que hacen que cada ejemplar sea único y personalizado a su dueño (antiguamente, la mayoría de los casos eran para regalos a la amada "Hechos a punta de navaja o lezna constituyen una de las fuentes más importantes del arte pastoril y tradicional en nuestra cultura. Están formadas por multitud de formas y símbolos", explica, mostrándonos unas pastoriles de Zamora así elaboradas exclusivamente a petición del propio Jesús.

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Otra de las particularidades más sorprendentes del mundo de la castañuela es el variadísimo arte en la forma de tocar según postura de las manos: "Para tocar las castañuelas se colocan en ambas manos sujetándolas con el cordón entre los dedos índice y medio si se trata de acompañar bailes o danzas populares o en el pulgar si son pitos o castañuelas modernas, de flamenco o concierto, ésta última forma, permite mantener libre los otros cuatro dedos para tocar y repicar lo que permite mayor lucimiento del intérprete y dota de mayores posibilidades al instrumento.  En todo par de castañuelas siempre habrá una que suene más aguda que la otra, a ésta se la llama hembra, y macho a la grave, por lo general, se coloca en la mano derecha e izquierda respectivamente".

Retrotayéndonos a la historia, Jesús Solano indica que "los datos más antiguos sobre ‘palillos de entrechoque’ se remontan al antiguo Egipto, donde junto a numerosas representaciones gráficas se han conservado algunos ejemplares,  con forma de manos, palillos de marfil de dientes de hipopótamos, envueltos como momias en pequeños estuches de sarcófagos, así como los brazaletes  de marfil encontrados en  Ucrania. En Egipto, también se encontraron  unas con forma de “bota  de madera cortada longitudinalmente con muescas en la parte que correspondía a la pierna mientras que la parte del pie servía de mango”, parece referirse a algún tipo de tejoletas, pero también habla de un segundo modelo que  “tenía casi la apariencia de las castañuelas españolas modernas, pero era menos chata y asemejaba una castaña”, además ” estaba ahuecada por las caras percutientes para dar una resonancia más plena”.

Por otra parte,  "los griegos las representan en muchas de sus ánforas y jarras, grabadas donde se puede apreciar, usadas por bailarines, en especial en los culto a Dioniso, Dios del Vino, que también se le conoce por  Dios Baco... Pero los palillos o palos de entrechoque de una u otra forma, hemos encontrado que existen aun en la actualidad en la mayoría de los países del mundo.  En el  extremo oriente, concretamente en la China, se emplean grupos de 12 tablillas unidas por cordones colocadas en abanico, aunque la forma de tocar son muy difiere de nuestro instrumento y se acompañan de unos cántico, con un ritmo muy parecido a lo que hoy llamamos el Rap".

El mundo da muchas vueltas pero todo comienza y acaba en Andalucía, como aquel que dice: "Volviendo  a sus orígenes, es probable que la actual castañuela tenga su origen más directo en la ‘crusmata’ Ibérica formada por dos grandes conchas marinas  o dos piezas de madera que se hacían sonar entre los dedos y la palma de la mano y concretamente por Andalucía en la época de los Tartessos. Siglo V antes de C".

La sencillez de la modalidad andaluza "facilita su difusión por toda la península apoyado en las diferentes colonizaciones y movimientos  de población, así como su evolución para adaptarse a las peculiaridades de cada comunidad, incorporándose a la música popular e incluso culta de la Edad Media, como lo demuestran algunas ilustraciones como la cantiga 330, de Alfonso X el Sabio, donde un músico aparece acompañarse de unas tarreñas alargadas a la vez que canta junto a un tocador de chirimía".

El baile y la aplicación de las castañuelas en danzas de carácter antropológico, y también en importantes eventos religiosos, ha llamado la atención de Jesús Solano: "A partir del Renacimiento y siglos posteriores, la castañuela es citada a menudo en la literatura describiendo escenas populares aunque siempre asociado a música  ruda de villanos y pastores, y en ocasiones a bailes populares de dudosa moralidad, como la Zarabanda y la Chacona que debido a los ‘lascivos movimientos y contorsiones ’ de los danzantes provocaron la censura de algunos de nuestros moralistas y el ‘escándalo’ de algunos visitantes extranjeros, y  a la vez la admiración por la maestría del baile. Pero también se empleaban castañuelas en Danzas rituales  religiosas. Aún se conservan en la actualidad  manifestaciones  tradicionales en que se ofrenda al Santo de la localidad, con danzas ceremoniales acompañadas de castañuelas, un ejemplo es la “Danza de Picayos” de Cantabria en el pueblo de San Vicente de la Barquera, que emplea un modelo específico de castañuela. La Danza de los Diablucos en Helechosa de los Montes  Badajoz, en la Hermandad de la Raja, en el pueblo de Galisteo, Cáceres y en Guadalajara en el pueblo de Beleña de Sorbes,  la castañuela, que hace sonar el personaje   EL BOTARGA en sus danzas y saltos por las calles del pueblo en los días 1,2,3, de febrero terminando el día  3  festividad de San Blas, al que ellos le llaman, la fiesta del  Blasito".

Es peculiar el caso de los diablucos que representan al demonio contorneándose hacia atrás ante el avance del Santísimo Sacramento del Corpus o el caso de las matracas empleadas en Viernes Santo en zonas de Segovia y Asturias, apareciendo igualmente como instrumentos paralelos a las castañuelas los chinchines de origen marroquí o las cuchapalmas, las tablillas de San Lázaro con las que se anunciaban las muertes o la recogida de limosnas para ayudar a los leprosos siglos atrás, citando también en torno a lo anterior danzas de gran colorido y espectacularidad como las del Paloteo, conservada en pueblos de Zamora, donde representan la lucha de unos hombres contra otros que provocan en el choque de palos de madera una extraordinaria musicalidad junto a los referidos movimientos corporales, sin dejar atrás otras tradiciones sin danza alguna pero de gran sonoridad colectiva como los cientos de vecinos que se echan a las calles para tocar las chácaras en la Isla del Hierro, donde los artesanos del lugar fabrican estos exclusivos instrumentos, siendo también de Canarias otros tan peculiares como la huesera colgante o las quijás de burro.

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De las otras islas, por ejemplo en Ibiza, destacan la calidad de unas castañuelas de madera de enebro con un olor a aceite de enebro intensísimo.

A partir del siglo XVIII, el instrumento, hasta entonces propio de las clases populares, se comienza a introducir en la sociedad más culta, debido al gran auge que tomó la seguidilla y la introducción del bolero en los salones de baile y fiestas más elegantes, se fijan la sujeción al dedo pulgar y se desarrolla un estilo más fino y elegante, de aquí,  la aparición de grandes intérpretes profesionales y  perfeccionamiento del instrumento, y  su aparición en escenarios teatrales, que da origen a la actual y conocida castañuela de concierto y de  flamenco del que tantos intérpretes como Antonia Mercé (La Argentina), Lucero Tena o José de Udaeta.

Junto a la documentación encontrada en internet, Jesús Solano se ha apoyado en interesante bibliografía para aprender y ahora divulgar el arte de las castañuelas, entre otros títulos:

 LAS CASTAÑUELAS: por Francisco Asenjo Barbieri
MÉTODO COMPLETO DE CASTAÑUELA por Tomás Rodríguez
EL TRIUNFO DE LA CASTAÑUELA por Alexandro Moya.
 CIENCIA DE LA CASTAÑUELA por Francisco Agustín Florencio

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LA CASTAÑUELA TRADICIONAL por Joaquín Díaz.
LA CASTAÑUELA FLAMENCA por Manuel Vela.
LA CASTAÑUELA ESPAÑOLA Y LA DANZA por  Victoria Cavia.
LA CASTAÑUELA ESPAÑOLA por José de Udaeta
MÉTODO DE CASTAÑUELA CLÁSICA por Emma Maleras.

"Seguiré trabajando para poder ampliar nuestros conocimientos sobre este instrumento tan interesante, dentro de los instrumentos de percusión, y darlos a conocer al público porque sería un placer que se fueran recuperando y los pudiéramos escuchar con más frecuencia en nuestras fiestas, de las que son auténticos símbolos", concluye Jesús Solano. 

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