
Así lo afirmaron Fernando Fernández Goncer, capataz de la Hermandad del Silencio y Sixto Marín Aragón, capataz de la Hermandad de la Pasión, ambas de Sevilla, en la charla coloquio que bajo el título de 'Capataces y Nazarenos', cerró el ciclo de los Viernes de Cuaresma que cada año organiza la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Tras las preces de rigor, dirigidas por el director espiritual de la Hermandad Daniel Mariño y las palabras de bienvenida y agradecimiento del Hermano Mayor José Antonio García, Miguel Ángel Moreno Rebollo, redactor del programa 'Andalucía en Semana Santa', de Canal Sur, encargado de conducir la charla coloquio, pidió expresamente la participación del público, así como a los ponentes que hicieran su propia presentación.

Tanto Fernando Fernández como Sixto Marín coincidieron en la ilusión que sentían desde niños por ser costaleros, jugando desde su infancia bajo las cajas de cartón e intentando descubrir qué había realmente debajo de los faldones de los pasos de Semana Santa. El primero de ellos fijó sus primeros recuerdos en Carmona, su localidad natal, donde creció a la sombra de su padre y abuelo, ambos Hermanos Mayores, y cómo llegó a ser costalero primero de La Amargura y más tarde la Virgen de la Concepción, paso del que actualmente es capataz. Por su parte, Sixto Marín empezó más joven y comentó cómo se sintió al ser nombrado capataz de la Hermandad de Pasión, hasta el punto de "tener pesadillas por una responsabilidad sumida con mucho gusto".

Para ambos las cualidades que debe tener un costalero son ilusión, "puesto que damos vida a las imágenes en l calle" y sobre todo devoción, "aunque sólo con ella no se llevan bien los pasos, ser costalero es como un oficio y hay que estar bien preparado para ello". En ese sentido hicieron referencia a la disminución del número de ensayos que "en tiempos pasados podían ser unos diez y que ahora se reducen normalmente a tres, debido a la mejor preparación de las cuadrillas y de los propios capataces". Con estos ensayos se consigue, según los ponentes, integrar a las nuevas incorporaciones en la idiosincrasia de cada paso, hacer grupo, convivir, y en definitiva "hacer cuadrilla".

Ante algunos acontecimientos acaecidos en otras ciudades como Cádiz y Jerez de la Frontera por la falta de costaleros, ambos coincidieron al afirmar que "eso a Sevilla le suena muy lejos", asegurando que incluso hay listas de espera y que cuentan en sus filas con costaleros procedentes de otros pueblos de la provincia y de otras ciudades, tanto de dentro como de fuera de Andalucía.
Miguel Ángel Moreno, moderador del coloquio introdujo el tema de la globalización y de cómo "vayamos por donde vayamos parece que todo sea una pequeña Sevilla". Tanto Sixto Marín como Fernando Fernández coincidieron al afirmar que todo es "por culpa del atractivo del paso sevillano, de la forma de trabajar del costalero sevillano, aunque hay ciudades que siguen con sus tradiciones, que realmente es lo ideal".
Uno de los presentes manifestó sus dudas sobre el comportamiento en algunas Hermandades de los barrios, de los llamados "costaleros de mentira o de moda que se acercan por ir con sus amigos". Para Sixto Marín es muy complicado que se dé algo así "ya que el chaval de barrio quiero a su Virgen o a su Cristo más que nadie", mientras que Fernández Goncer aseguró que nada de eso ocurre en su Hermandad del Silencio, "ya que nuestra lista de espera es grande y además todos han de ser hermanos para formar parte de esa lista".
En definitiva, broche final a los Viernes de Cuaresma 2023, con una animada charla coloquio en la que tuvieron cabida experiencias, vivencias, anécdotas y sentimientos del mundo del costal, tanto desde el punnto de vista del costalero como el del capataz, en los que nunca deben faltar "la ilusión y la devoción".