Bajo la denominación, “Pasado y Presente de la Costalería Sevillana", se inició esta Cuaresma un interesante ciclo de conferencias que ha organizado el pub Arenal Copas, de nuestra localidad. Alejandro Ollero Tassara, capataz de la María Santísima de la Amargura Coronada de Sevilla y el veterano costalero Ricardo Laguillo Morejón, cantillanero con décadas bajo las trabajaderas de diversos titulares de la capital hispalense, entablaron un coloquio moderado por Gonzalo Lozano, costalero de Marchena y de Sevilla y que, con sus dotes de magnífico hacer en la moderación, supo generar una atmósfera que quedará en el recuerdo de todos los presentes, por cuanta intensidad, generosidad, entrega y espontaneidad se expresaron estas dos figuras de la Semana Grande sevillana. (Nuestro sincero agradecimiento a Gonzalo Lozano, por su estrecha colaboración en esta crónica).
A partir de ahí ha seguido el exitoso ciclo, que culmina este domingo, a partir de las 13:30 horas con debate sobre la Semana Santa en los medios de comunicación que continuarán con el periodista de ABC de Sevilla Javier Macías y la moderación del compañero Jesús Díaz y el jueves 16 de marzo bajo la batuta de la pregonera de Semana Santa de Marchena, Rosa Vázquez, presentada por José Antonio Jiménez, quien será su presentador en el Pregón, a partir de las 21:30 horas y con la moderación de Pepe Cabas. El ciclo, de por medio, ha contado con la presencia del capataz del paso de la Esperanza de Triana, Juan Manuel López o del Hermano Mayor de la Redención, Manuel del Cuvillo para versar en este caso sobre la devoción de Pentecostés al Lunes Santo.
La primera de las charlas, de este capataz y costalero que tanta confraternidad y sevillanía nos dispensaron a todos, cubrió las expectativas con creces, como no podía ser de otra manera, de la mano de dos personajes de la magnitud de Alejandro Ollero y Ricardo Laguillo.
Convergencias y discrepancias en la opinión de la gente de abajo a lo largo del tiempo, en un contexto ameno, entrañable y familiar, como el que han procurado Antonio, Ricardo y Jesús (Arenal Copas), en su apuesta cuaresmal por las tradiciones de nuestra tierra.
Alejandro Ollero Tassara, Capataz del paso de María Santísima de la Amargura Coronada de Sevilla (Domingo de Ramos), y del paso de Santa Ángela de la Cruz en la procesión del Corpus Christi del Cabildo Catedral, ha sido capataz también del paso de misterio del Señor de la Sentencia (Macarena), del Nazareno (Valle), del misterio de la
Quinta Angustia, y de los pasos de palio del Dulce Nombre (Bofetá) y Madre de Dios de la Palma (Cristo de Burgos).
Director de la publicación “Sevilla Nuestra, jugó un papel fundamental en la denominada como “transición” de la gente de abajo, entre las antiguas cuadrillas asalariadas y las nuevas cuadrillas formadas por hermanos y aficionados.
Ricardo Laguillo Morejón es Costalero de Sevilla desde comienzos de la década de los años ochenta del pasado siglo XX. Teniente de Hermano Mayor de la Pastora de Cantillana y antiguo Hermano Mayor de la Hermandad del Rocío de Sevilla (Salvador). Ha sacado “La Misión” (Heliópolis), El Señor del Desprecio de Herodes (Amarguera), Cautivo (Santa Genoveva), Cristo de la Misericordias (Santa Cruz), Prendimiento (Panaderos), misterio de las Cigarreras, paso de palio del Silencio y el misterio del Duelo (Santo Entierro). Además de la Divina Pastora de las Almas de Cantilla.
Ha trabajado con capataces como la familia Villanueva, la familia Santiago, Alberto Gallardo, Antonio de León, Fernando Fernández Goncer, Juan Luis Álvarez Madroñal, José Luis Rodríguez Gautier, Salvador Dorado “El Penitente”, Paco Arnáiz, Manolo Vizcaya o Ramón Castro.
Como no puede ser de otra manera, desgajaron diversidad de anécdotas. Hablaron de la "gran mentira" que es que no haya que echarle cuenta a la música que acompaña, de lo difícil que antes era "no pegar el petardazo" mientras que lo difícil hoy es darlo, ya que las cuadrillas se encuentran mejor preparadas y nutridas, si bien destacaron en todo momento el espíritu de sacrificio de las antiguas cuadrillas de profesionales.
Salieron a relucir algunos rituales como la costumbre de rezar bajo el paso sin pararlo largo tiempo del Valle, o la reunión de las cuadrillas de la Amargura con las hermanitas de la Cruz a la que se les visita tocando martillo de la puerta y respirándose ambiente de respeto e intimidad religiosa.
Ricardo, curiosamente costalero de décadas, comentaba que "jamás le ha llamado la atención ser capataz", siendo lo suyo seguir como costalero incluso con varias operaciones del morrillo del pescuezo: "Ser costalero comprende bastantes más cosas que la fuerza física y la fe", expresaría Ricardo Laguillo. "Si sé es creyente y se sabe a quién se lleva ahí arriba...", afirmaba con emoción el costalero, reseñando con orgullo que en los últimos 42 años, salvo momentos puntualísimos entre sacar un paso y otro "nunca he visto la Semana Santa con mi mujer y mis hijos".
También fue crítico con la "competición" que se ve alrededor del hecho de ser costalero en cuanto a la forma física y consecución de cuerpos tales jugadores de rugby, que a veces, declaró, y no pocas, no aguantan el tirón.
Entre las referencias, destacó la capacidad como capataz y forma de igualar impecable de Antonio Santiago, mientras que de los Villanueva departió extensamente Alejandro Ollero, calificando de "grandísimo líder" a Manolo Villanueva, a colación de la calle que han dedicado hace poco a su hermano Carlos, también merecedor del máximo de los respetos de Alejandro.
De sus aprendizajes con el capataz Manuel López 'El Moreno', heredero de Manolo Bejarano, "sin libro, sin pizarra, sin nada, pero vestido de negro" habló cariñosamente, y de anécdotas entrañables y simpáticas, o de las rivalidades entre los Estudiantes y la Virgen de las Aguas por atestiguar quién formó la primera cuadrilla de costaleros no profesionales.
Así, en un extenso pero fluido coloquio, departieron amablemente con un público marchenero entregado a preguntas entre los que no pocos capataces de nuestra Semana Santa disfrutaron como niños con zapatos nuevos, como diría Gonzalo Lozano, apreciando todo lo que le transmitieron de amor al costal y al martillo dos personajes puro "rock and roll de las trabajaderas" en Sevilla.