La revirá entre calle 'El Cura' y el callejón de 'Las Campanas' bajo los sones de Alma de Dios, dio paso al fin de la estación de Penitencia del Dulce Nombre de Jesús, iluminado por el resplandor de la luna llena, faro hacia la entrada en su capilla, a la que entró con recogimiento después de salir entre la alegría de numerosos niños y público en general, a las 19:30 horas del Jueves Santo, seguido de María Santísima de la Piedad.
En el interior del templo, la expectación siempre rodea a la salida del Niño, con costaleros que cogían de sus brazos a sus hijos para que vieran más de cerca el rostro cándido del Dulce Nombre de Jesús, mientras los músicos le tocan 'Perdona a tu pueblo', clásico de salida. También acompaña la procesión el franciscano Isidoro Macías, muy vinculado a la hermandad por su estrecha colaboración con el Grupo de Trasplantados.
Previamente, los niños carráncanos junto a un nazareno llamando al templo, protagonizaban el protocolo de apertura de puerta del templo de San Sebastián, desde donde el Dulce Nombre saldría a los sones de Eres mi salvador, estrenada hace unos meses y compuesta por Diego Montiel, y Eres mi Salvador, de Antonio Cano. Mujeres de la banda hacían entrega de la tradicional ofrenda floral.
El capataz del paso, Álvaro Pazos, que forma equipo con el segundo Sergio Márquez y los contraguías José Antonio Rodríguez y Jorge Luna indicaría a los costaleros que tocaba disfrutar de ese Jueves Santo radiante, muy caluroso en la salida del Dulce Nombre, imagen de la inocencia del Niño Jesús, que con su plateada y pequeña cruz llena de ternura los corazones de Marchena.
Sobre un monte de claveles rojos y bajo el azul cielo marchenero, el Dulce Nombre llevó delante de sí a un gran número de nazarenos, muchos de ellos niños y niñas como los denominados 'paveros', y tras sus pasos a buena cantidad de mujeres de promesas y penitentes con cruces que divisaban al fondo la iglesia de Santa Clara.
Hay que destacar el tricornio de músico con el que se rindió homenaje en primera fila a Gustavo Berdugo 'Ochavo', por parte de la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús.
El cortejo de medio millar de nazarenos se completaba con otro tramo muy nutrido de infantiles antes de la aparición en escena de María Santísima de la Piedad, impoluta con su saya granate y manto azul, además de un coqueto velo y la Rosa de la Pasión que le queda digna de admirar, donada por un hermano.
José Manuel Díaz, pregonero juvenil, unió los corazones de los costaleros de la Piedad con un alegato a la 'Esperanza' que deben repartir y en unión entre el sentir costalero de ambas hermandades de Jueves Santo, cantando una saeta tras proclamar estas palabras, al igual que anteriormente lo hiciera al Dulce Nombre de Jesús.
Tanto él como el pregonero 'senior', Ignacio Sánchez Morillas, que igualmente a las puertas de Santa Clara dirigió unas palabras a los costaleros animándolos a seguir trasladando a las calles las imágenes de las vírgenes que tanta devoción despiertan en nuestro pueblo, realizaron sendas llamadas al paso cuyo capataz fue nuevamente Adrián Ponce, Francisco Javier Gutiérrez de segundo, Javier Olmedo y Paco de contraguías.
En Santa Clara, con la representación de la hermandad del Señor de la Humildad y el paso en la puerta de la Virgen de los Dolores, no faltó a una excelente saeta frente a frente a la Piedad, por parte de Roberto Narváez, mientras la imagen de María Santísima de la Piedad divisaba al fondo de la larga calle a su Dulce Nombre de Jesús, ya en la Revirá hacia calle Niño de Marchena y bajo los sones de 'Aniversario Macareno' por parte de la banda Villa de Marchena.
Y al regreso, el callejón Miguel de Mañara, conocido popularmente como el de Las Campanas, ya caída la madrugada acogía la llegada del Dulce Nombre de Jesús, hecho 'Alma de Dios' con la música de su Agrupación, penetrante hasta la médula y que mantuvo absorto al público en la contemplación de esta sensacional llegada.
Entre la oscuridad, emergió la voz de Antonio Baco, que ofreció una seguiriya al Niño para quitarse el sombrero, también la de Manuel Cortés, sentimiento entregado al Dulce Nombre de Jesús.
Las callejuelas que rodean al templo, todas ellas sumidas en la más plena oscuridad, fueron testigos de como el paso se resistía a entrar en la parroquia, disfrutando del embrujo del éxtasis de primavera, jugando con un compendio de sueños de marcheneros de ayer y de hoy en la Plazuela que lleva su nombre, donde naciera entre un grupo de entusiastas niños la fe en el Dulce Nombre de Jesús, unos 450 años atrás.