La hermandad del Santísimo Cristo de San Pedro, San Juan Evangelista, María Santísima de las Angustias y Nuestra Señora del Rosario completó su Estación de Penitencia, finalizado de esta forma el Viernes Santo en Marchena. La moribunda imagen del Cristo y de la Virgen de las Angustias con el estreno en procesión del manto de la Virgen del Rosario, centraron la admiración del público, que entonó el ‘Santísimo Cristo de San Pedro’ a las numerosas quintas que se escucharon durante el recorrido.
El próximo año, la hermandad cristera cumplirá 450 años de Historia, y fiel a sus principios, el desfile procesional de cada Viernes Santo por la noche continúa siendo ejemplar.
A las 20:30 horas salían los nazarenos de túnica y antifaz negro, con cíngulo rojo y el escudo de los Sagrados Corazones en filas que se estrechaban durante toda la procesión, simbolizando la unión ante la inminente muerte de Cristo.
Entre ellos, como desde hace unos años, se integra una túnica blanca de la hermandad de la Soledad, agradecida a la acogida que hasta 2012 le dispensó en el templo de Santo Domingo por las obras en Santa María, y a pie el ex Hermano Mayor, emblema de la hermandad cristera, Rafael López Fernández.
El paso del Santísimo Cristo de San Pedro, que estrena esquineras en su bello faldón delantero, sale con sus costaleros de rodillas completando perfectamente el tránsito hacia las escalinatas de Santo Domingo, evitando el roce de la cruz con la parte superior y prosiguiendo el descenso con suma maestría, sin ruido, con el temple que rodea a todo lo que se vive en esta salida emblemática a la que espera el público en los balcones y Plaza del Ayuntamiento.
No es para menos contando con un cuerpo de capataces como el liderado por Lorenzo Salvador, que tiene como segundo capataz a un experto en estas lides, Alfonso Andrés, además de Juan Manuel Guisado como contraguía.
Cariño a raudales han entregado en la excepcional bajada de las escalinatas del Cristo de San Pedro bajo el fondo de colgaduras con escudo dominico, mariano y de la hermandad, a la cual prosigue el caminar de su paso sobrio y ordenado, como el conjunto de una procesión en la que ayer participaron 410 nazarenos, 150 de ellos con el paso de Misterio y 260 con la Virgen, aparte del cuerpo de acólitos muy arraigado en esta hermandad y casi un centenar de mujeres de promesa. Varias decenas de ellas, también acompañarían a María Santísima de las Angustias. Asimismo, ha habido nuevamente representación de la Guardia Civil en el paso de Cristo.
Por calle San Francisco, entre nubes de incienso, el público contempla más de cerca, la figura de Cristo, que asoma con esos brazos completamente abiertos y el esqueleto marcado por el punzante dolor, amén de esos ojos a los que es difícil mirar sin estremecerse.
A las sobrias voces de los Cantores acompañan al Cristo y los sones de fagot y oboes, siguen penitentes de cruces, orantes, algunos de ellos postrados.
Los ecos de las quintas, expresión de la saeta más añeja y agónica, resuenan durante el recorrido, siendo especialmente digno de mención cuando surgen de voces escondidas tras los antifaces negros. Esperanza Romero, fiel a su cita por el lugar, narra dos poesías extraordinarias, de largo recorrido y lírica llena de sensibilidad, una a cada imagen de la hermandad.
Esta procesión lúgubre que transita entre las fronteras de la vida y la muerte por calle San Francisco y que se pierde por calle Carrera sin que nadie deje de echar un soberano vistazo al solemne dosel carmesí de Cristo, tiene su continuación con el tramo de palio.
La mayoría de los niños pequeños acompañan a la Virgen de las Angustias, que además de su saya color beige, cuenta con un manto precioso como es el de la Virgen del Rosario, que luce en procesión aportándole una sensacional belleza al conjunto de este fenomenal palio plateado.
Antecedida por su cuerpo de acólitos y elegantísima, como igualmente viste San Juan Evangelista, esta Virgen con sabor a Virgen antigua, completa el tramo de recorrido hasta casa del Escudo bajo la dirección de Antonio Canto Montero de Espinosa e Ismael Rey Paque (José Luis Robles y José Antonio Macho como contraguías). Por cierto, la hermandad del Cristo San Pedro mantiene la tradición de los capataces vestidos de túnica, que hasta hace varias décadas era común a todas las hermandades en Marchena pero que hoy en día raramente se da en nuestra Semana Santa.
Por su parte, los costaleros mecen con dulzura a la Virgen de las Angustias y a San Juan Evangelista con esa mirada llena de bondad y comprensión hacia su Madre en el único paso en que la Virgen no va sola, al son de una marcha Amarguras que quita el sentido, interpretado por la banda Villa de Marchena en la casa del Escudo, emblema de una Semana Santa de la que la hermandad del Santísimo Cristo de San Perdo es parte y arte inherente por los tiempos de los tiempos.