El párroco de San Miguel, Fray Tomás Javier Gago, más conocido como el padre Javier, realizó un breve discurso previo a la evocación del acto bíblico del Mandato en la Plaza Ducal, donde manifestó que "hablaremos de Dios sin complejos a pesar de las dificultades" existentes para ello, ya que "Jesucristo es el señor de la vida y la muerte y estamos en sus manos, la vida es un préstamo que hay que gastarlo hasta llegar al Señor", pues "la mayor parte del sufrimiento viene dado por nuestras propias soberbias, rencillas y odios".
En estos términos se expresó a las más de 1.000 personas congregadas para presenciar el Mandato de Viernes Santo el Padre Javier, que precisó que se estaba rememorando la historia de la pasión del Señor en un acto "estrictamente religioso, no un acto cultural como últimamente se quiere hacer ver. Jesucristo es el señor de la vida, de la muerte y de la historia y estamos en sus manos, la vida es un préstamo que hay que gastarlo hasta llegar al Señor".
El padre Javier desarroló la idea de que la vida gira en torno al Señor basándose en la inmortalidad del alma, y en que todo en esta vida "economía, amores, todo pertenece al Señor, es necesario recordar estas verdades y hoy rendimos honor y vasallaje al Señor".
"Es dificil hablar de Dios y del pecado; el pecado existe, la mayor parte del sufrimiento viene por nuestros propios actos, soberbias, rencillas, odios, el creernos más que nadie y que podemos dominar a las personas. Se ha excluido como por sentencia el pecado, todos somos buenos, todos tenemos derechos y somos estupendos, y en nuestros corazones habita la ruindad. Jesucristo nos llevará a la redención del pecado, dará sentido a nuestro dolor, y la cruz es el símbolo del dolor a través del que Jesucristo ha salvado a la Humanidad".
El padre Javier continuó afirmando que "hablar de dolor, de muerte, de sacrificio, trabajo, fidelidad y humildad parecen anticuallas a desterrar; el trabajo nos dignifica, y estamos en manos de Dios, no de los políticos, ni de los jefes del pueblo, ni de falsos dioses ni ídolos, y la vejez es un regalo que nos da experiencia, sabiduría, nos hace más dignos".
Hablar de todas estas cosas "nos da fuerzas para guardar el matrimonio, la fidelidad, la amistad, la humildad, la riqueza de corazón", señaló, concluyendo que "estos son los argumentos de los creyentes hasta llegar al Señor en esta vida de circunstancias momentáneas", que "nos da fuerzas para anunciar la belleza, el mérito y el honor de Jesucristo" en un mundo de "corrientes ideológicas, filosóficas y medios de comunicación que les da vergüenza anunciar estas virtudes; Dios está con vosotros, Jesucristo es nuestro redentor, la virtud es un don de Dios que la proclamaremos con la fidelidad, la familia, el trabajo y el amor y el pecado y el vicio es un gran horror y mal", concluyó en el discurso previo a la interpretación del acto religioso del Mandato.