El Dulce Nombre de Jesús ha completado un Jueves Santo más su estación de penitencia. Ese niño tan chiquito ya ha llegado a San Sebastián entre los sones de su Agrupación Musical. Tan chiquito como los muchos nazarenos que le acompañan, como los niños que aún con su fina voz le cantan saetas, como Miguelma cuando llama en solidaridad con todos los niños del mundo. Es Plegaria en su andar y Oración en su mirada, es un canto de ternura bajo el cielo de Marchena, es melodía en los callejones, seguido de una madre que pide Piedad y la ofrece en forma de ánimo para los que ya no están, con los que siempre estará volcada a su paso por las calles de Marchena.
Y ha salido a las 19.45 horas quince minutos después que su Cruz de Guía, con 20 valientes bajo las trabajaderas el Dulce Nombre de Jesús y cuadrilla de 58 costaleros. Lo ha hecho en una plazuela que siempre se quedará chica, una vez que los armaos y la Agrupación Musical han desfilado previamente por las calles en una mañana de emociones con una cuadrilla de 1985 que ha homenajeado a su capataz y un par de costaleros que han cumplido 30 años llevando al 'Niño' y a la Virgen de la Piedad, información que incluiremos en crónica aparte.
Porque Marchena espera a su Niño cuando el día apura sus últimos rayos de sol para bañar de tímida luz la blanca torre y lateral de la parroquia, para crear esfera divina en los tejados de la iglesia, para acariciar la melena del Dulce Nombre de Jesús acompasada por la música y las castañuelas que resuenan en la plazuela donde los primeros penitentes aparecen con el gorro ya despojado mostrando los rostros de la inocencia y de la ilusión, de plena alegría; nazarenos, penitentes y un cuerpo de monaguillos que augura futuro a largo plazo a la Hermandad.
Miguelma Hijo, con el favor de Dios, ha dedicado el primer golpe de llamador a todos los niños del mundo, como es tradición en la salida del 'Niño' ante la mirada ilusionada del capataz y padre de este niño de 6 años que lleva tres ejerciendo el honor de llamar en la puerta de San Sebastián.
Y nos encontramos más que nunca ante las puertas al cielo. Despójense del ambiente, del propio paso, descubran en lo alto a esa mirada a medio camino entre la dulzura y la respuesta con entereza a un destino, parece caminar por los cielos el Niño de Marchena plenamente concentrado en llevar su cruz como hombre.
La primera marcha lo dice todo, Oración Bajo tu Mirada. Parece hecha para el Niño de San Sebastián y como el Dulce Niño nació hecho de esa forma que tanto enternece, de esa forma que es dulce alegría y la melodía se va con él hasta el cielo con estación de por medio en balcones engalanados en Obispo Salvador Barrera, melodía que vuelve a bajar a la tierra, donde los niños de Marchena cantan una saeta a ese Niño tan Chiquito y reciben en mano una estampa del capataz, imagen viva de la tradición marchenera.
En homenaje a los 30 años dedicados a su Niño Nazareno, a "rezar con las melodías" como canta a sus costaleros Miguelma, José Manuel Olmedo, director de la Agrupación Musical ordena una levantá a las puertas de la casa hermandad y el niño sigue andando, ya es Plegaria en su caminar.
Es Plegaria en su caminar y se mece en el cielo atardecido que no quiere anochecer, que se retiene, que se rebela, hay momentos en la vida que detienen el tiempo; el Dulce Nombre detiene el cielo mecido por sus valientes y es dulzura en su andar y jolgorio de quienes lo ven desde el cielo, desde los balcones, desde la tierra y desde Santa Clara, que es todo en una sola y se convierte en el marco de este atardecer de primavera con las pesadas cruces que anticipan el destino del Niño y le siguen junto a los armaos en su caminar.
Es en Santa Clara donde vuelve a resurgir este pueblo saetero y nada más y nada menos que el decano de la escuela, Roberto Narváez, canta como si fuera su primera saeta ante la comitiva de la Humildad que recibe al Niño y hermandad con la que también está muy vinculado el capataz Miguel Manuel Guisado Arispón, Miguelma.
Le sigue la madre pidiendo Piedad, le sigue el rostro bondadoso y preocupado que ve la luz ya pasadas las ocho de la tarde de este primero de abril, que es consciente del destino del Dulce Nombre de Jesús. La calle Orgaz es una lluvia de pétalos ante el palio de la Virgen de la Piedad, joven, imagen de presentimiento de dolor, de inicio de sufrimiento, de búsqueda de un consuelo.
De rojo y burdeos con flores blancas y al mando por décimo año de Antonio Romero Pintado, el capataz que expresa lo que siente porque sentir es la Semana Santa y nada hace el sentimiento guardado en un cajón. Y con capirotes rojos y túnicas amarillentas, ha entrado en Santa Clara la virgen 'Con Aires de Triana' interpretado de manera notable por la banda de El Rubio.
Se divisa un horizonte de Santa Clara donde la Virgen de la Piedad repartirá bondad a quienes la mecieron, como los ex costaleros Lorenzo Tovar y Rafael, a los que se le dedica una levantá, y otra en honor de Paco Carmona, recién enviudado y vinculado con la hermandad que le da ánimo con la entrega de un clavel, correspondido con un ramo de claveles rojos. Un hecho sencillo y grande por el que los costaleros de la Virgen de la Piedad (con relevos incluidos 58), levantan a la madre para que la vean desde el balcón del cielo, como dice el capataz.
Ya la noche va cayendo y se producen imágenes curiosas como nazarenos vestidos de verde esperanza apurando las horas antes de llegar a San Francisco, mientras que el Niño avanza en su destino hacia calle Gudiel, punto carismático de su recorrido en el que entra como "Rey del Cielo" con su inseparable Agrupación Musical. Es la única hermandad que pasa por una calle Gudiel que nunca falta a la cita.
Pequeño callejón antes de llegar a San Andrés, lugar de pasar casi parado, de templar el tiempo, de mecer al Dulce Nombre por donde se abre paso en la muchedumbre que se posa sobre las paredes para contemplarlo por la angosta doble revirá que atraviesa el ecuador largo de su estación de penitencia. Oscuridad completa, "Saetilla de Silencio" tocan al Niño, el Dulce Nombre es la luz y "Madre Bendita de la Piedad" quien le sigue sus pasos como anuncia la segunda marcha que se le toca en la mayor concentración de personas por metro cuadrado, tanto por la afluencia masiva como por la estrechez que le da otro sabor al lugar, ambas dos que se dan camino a San Andrés y retornando a las Torres.
Desde la calle de Rosario, parten 15 nuevos músicos hoy. Nuevos por ílusión, y por el nerviosismo de novato que a los más viejos se le notan en el brillo de sus ojos.
Son 30 años de Agrupación Musical y tocan juntos en Jueves Santo, todas las generaciones, las veteranas, las adultas y los más jóvenes, que demuestran que la música puede cambiar, pero que el Niño, en el cielo, y con trompeta, tambor o corneta, siempre será uno en Marchena y se llamará Dulce Nombre de Jesús.