Entrevistas

 antonini liberofobia

 

Antonini de Jiménez, Doctor en Economía y Profesor de la Universidad de Pereira (Colombia), presentará en distintas ciudades españolas y latinoamericanas su obra Liberofobia, el (des)gobierno de las buenas intenciones, de la editorial Sr. Scott. El autor plantea una realidad que penetra visiblemente en nuestras vidas, a veces sutilmente y otras de manera rotunda, y que no es otra que “la suspensión ética” de la democracia, a través de medidas y actuaciones que perpetúan un estado de miedo constante que elimina atisbos de crítica sana y edificante y donde la libertad humana está en juego. La desacralización de Dios y la sacralización de la ciencia, particularmente de la medicina, es otro de los factores eje de ‘Liberofobia’, un libro en el que se expone cómo la perdida de referente, de motivos por los que vivir, o el desprecio a la heroicidad, han hecho que la humanidad caiga en un ensimismamiento y, por otro lado, alarmismo, muy visible en los tiempos de pandemia, en el que se impone un modelo de hombre-protocolo mientras que se relega al que tiene convicciones y lucha por las cosas. 


De esta forma, Antonini de Jiménez aborda reflexiones profundas unidas inexorablemente, como el destino del hombre, al cielo y a la tierra, a la esperanza y al anclaje, a las convicciones y a las razones que nos llevan a tenerla, y por encima de todo poniendo como eje central la búsqueda de la verdad en una sociedad donde la relativización del todo es opinable nos degrada.

 

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Liberofobia se presentará en varias ciudades españolas como Jerez de la Frontera, Sevilla, Málaga, Santiago de Compostela y Madrid, donde Antonini contará con personalidades como el escritor Joaquín Campos, el torero Juan José Padilla, el presentador Víctor García Rayo y diversos economistas, politólogos, filósofos y profesores de reconocido prestigio como Miguel Anxo Bastos, Miguel Ángel Quintana, María Ángeles del Cañi y Alberto Beceiro . También presentará el libro Antonini en Colombia; concretamente en Pereira, Bogotá, Medellín, Pereira y Pasto. Es el segundo libro que escribe Antonini tras ¡Despierta! Razones contra una vida en aislamiento, en 2020.

 
Así a través de las páginas de Liberofobia, el lector descubre cómo principios de siempre se encuentran más relegados que nunca y verdades hoy en día ‘incontestables’ son desmontada como un castillo de naipes por el escritor marchenero, que ha tenido además la personalidad y el atrevimiento de fraguar estos textos en pandemia, época que se ha aprovechado para ahondar en la segregación y en la pérdida de identidad de las personas, expone en esta obra esculpida por una claridad expositiva deslumbrante y una contundencia que fluye de manera natural, salpicada de preciosas referencias culturales y mitos clásicos cosecha de Antonini y que siempre son fuentes sabias para poner en contexto los acontecimientos de hoy en día.

 

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Este libro como dice el autor, del hombre en pandemia, y no de la pandemia en sí misma, castiga el “cinismo” de las buenas intenciones y nos pone en alerta del daño que está generando lo políticamente correcto como forma de justificar la perpetuación de una forma de vida que traspasa múltiples ámbitos, que encierra tras de sí egoísmo. Tampoco se escapa a la razonada crítica de Antonini ese sector del liberalismo económico que solo en lo monetario ve la libertad.


En definitiva, nos hallamos ante un proceso de alineación con el que “no es que la libertad esté en juego, es que estamos perdiendo libertad”, avisa Antonini, que aboga por desterrar a ese “hombre mansedumbre y perdido” que está tolerando estas imposiciones y que defiende que el hombre “no puede vivir sin Dios, porque siempre necesitará algo por lo que dar su vida y por vivir. Es mentira que el hombre pueda vivir sin Dios”, a lo que añade que la ciencia “se ha convertido en un oráculo como el de los dioses griegos en el que se decía qué había que hacer y cómo había que hacerlo”, lo que provoca “una suspensión ética de la democracia” al quedar la soberanía “en poder de los médicos”.


Así, leída esta extraordinaria obra literaria, en la que los ensayos de Antonini de pandemia a esta parte conforman un corpus excepcional para la reflexión y salir fortalecido para la toma de decisiones en esta vida, el autor nos hace ver que “el Covid ha dejado en evidencia que lo que está muerta es nuestra vida”, promueve que la libertad se conserva precisamente cuando se arriesga y rebate el dicho de ‘primero la vida y luego la economía’ o lo mal empleado del ‘yo me cuido, yo te cuido’ que pulularon en pandemia, entre otras cosas, además de profundizar en el miedo a ser verdaderamente auténtico, pese a autoproclamar la sociedad vanamente esa autenticidad, el aumento llamativo de la autocensura en tiempos de teórico marco legal de libertades o el alejamiento de la realidad y el compromiso vital que aspectos de la virtualización de la existencia humana nos traen, sin olvidar su oda a la tauromaquia como elemento de puesta en valor de la heroicidad humana, entre otros aspectos.


“Humildad ante la vida, respeto a la verdad y valentía frente al miedo”, proclama en Liberofobia Antonini de Jiménez, al que agradecemos que nos conceda esta entrevista, que exponemos sin más dilación.


-LA VOZ DE MARCHENA: Se habla en Liberofobia de una crisis de los pilares de la civilización occidental. “El Covid ha dejado en evidencia lo muerta que está nuestra vida”, afirmas. ¿Cuáles son los rasgos generales que te han llevado a esa conclusión y, a la vez, punto de partida de la obra?

 

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-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Me parece una pregunta muy oportuna, porque va al meollo de la cuestión. La crisis nunca fue sanitaria, tuvo remembranza sanitaria. La causa no fue de una epidemia, sino fundamentalmente la crisis de la moral occidental. Esto que parece muy abstracto, se resuelve muy simple: el hombre de hoy tiene miedo, se ha vuelto un cobarde. No está en condiciones de enfrentar la vida de manera firme y ha perdido la firmeza porque ha perdido los principios. El hombre no tiene razones por las que vivir, por las que luchar por algo, por las que pararse frente a un agravio comparativo o frente a un agravio moral. Y cuando todo eso se va perdiendo, pues todo eso viene desde la idea de la pérdida de Dios y de los valores tradicionales, el hombre es un hombre lleno de opiniones y vacío de convicciones. El problema es que con las opiniones, el hombre solo puede opinar.


Nadie da la vida por una opinión. Nadie se juega el trabajo por una opinión. Nadie enfrenta la muerte por una opinión. Como hemos convertido las verdades en opinables, pues es evidente que el hombre no da nada por nada y cuando el hombre no da nada por nada, el hombre se angustia, al angustiarse se achica, al achicarse se amedrenta y, por tanto, cualquier cosa que pasa en la vida la interpreta de manera apocalíptica, como ha pasado, entre otras, con el Covid 19.


-LA VOZ DE MARCHENA: Como este virus surge en China, los métodos de vigilancia y control autoritarios que ha implantado el régimen comunista chino han llegado al resto del mundo y son bienvenidos por la denominada izquierda postmoderna. ¿Crees que esa medida de autoritarismo que provocan todo lo que has comentado antes en cuanto a actitud del hombre es solo propia de la izquierda postmoderna o es patrimonio también de ideologías conservadoras?


-ANTONINI DE JIMÉNEZ
: Evidentemente éste no es un libro de ideologías políticas porque va al corazón del hombre contemporáneo. Es evidente que todos los países del mundo se han confinado independientemente de sus ideologías.


Cuando me refiero a la izquierda postmoderna, no me refiero solo a los partidos tradicionales de izquierda, sino a la filosofía de vida instalada en el 99,9 por ciento de partidos de todo el planeta y de toda Europa. La izquierda postmoderna son esos valores de buenas intenciones de las que normalmente ha estado cercana la izquierda: hay que ayudar a los pobres, hay que corregir las desigualdades, hay que estar atentos, pero esto se traslada hoy a todos los partidos de la zona conservadora (incluso a Vox aunque no a todo Vox).


Esta izquierda postmoderna piensa que hay que gobernar desde las buenas intenciones, como por ejemplo protegernos con las mascarillas, mantener a los ancianos en las residencias, confinarnos de manera dura…y esas intenciones nos han llevado a un desastre económico, a un desastre social y a muchas dificultades.


Las buenas intenciones eran decir primero la vida y después la economía, pero esa idea bienintencionalista, tan romántica pero superficial, nos ha llevado a que se estén perdiendo vidas por haber descuidado la economía.


Entonces, esas buenas intenciones, esos fundamentos del sentimiento que no son amigos de la razón ni de la realidad, son las cosas que yo quiero atacar. Por ejemplo, la izquierda postmoderna ha criticado a la ciencia como paradigma del conocimiento imperante, de tal manera que la ciencia no sería más que un paradigma dentro de muchos conocimientos, porque de otra manera la ciencia se vería como ese conocimiento occidentalocéntrico que viene a someter al resto de saberes populares del planeta. Sin embargo, todas esas personas que están en contra de esa idea, aquí en Colombia salieron corriendo a Florida a ponerse las dos vacunas antes de que llegaran a Colombia, luego ahí no les importaba tanto los saberes populares cuando era la vida de lo que se trataba, y se aferraron a la ciencia. O también se ha criticado a organismos internacionales como el FBI, el Banco Mundial o la OMS, que si están en contra de los países latinoamericanos y de España porque no nos permiten decidir nuestras propias realidades; sin embargo cuando la OMS decidió confinarnos nadie cuestionó esa medida ni que la realidad latina fuera diferente a la española ni la española a la francesa. Se tomó a rajatabla las directrices, lo que me lleva a pensar que hay un cinismo detrás de ese bienintencionalismo, que lo que esconde detrás es la idea reprimida de que mi vida y mi forma de vivir es la verdaderamente importante.

 

-LA VOZ DE MARCHENA: En Liberofobia se plasma cómo el confinamiento ha podido ser aprovechado para tratar de erradicar cualquier tipo de crítica hacia los Gobiernos por parte de la ciudadanía, ahondándose en este intento de aislamiento de todo elemento crítico. El libro deja expuestos a esos espíritus que son incapaces de complementarse con nada más elevado que el bolsillo, lo cual conforman otros ámbitos de una realidad existencial vacía en la que incluso, el segundo confinamiento parece ser deseado por buena parte de la población, que se refugia así de su propia existencia, se expone en líneas generales.

 

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-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Esto es como cuando te va mal la relación con tu novia y tienes una pelea terrible de la que te sabes culpable, ante lo que finges que has tenido una enfermedad, y así se suspende el problema. Eso es lo que está pasando aquí, la misma lógica. Yo llamo a ésta la sociedad del sacrificio. Estamos en condiciones de asumir un montón de sacrificios inútiles: ponte la mascarilla, la cinta adhesiva que dice no pases por aquí, los dos metros de distancia…


Es paradójico, porque una sociedad que tenía absolutamente miedo, no necesitaba de eso, pues ya ella misma lo hacía y, sin embargo, constantemente demanda la necesidad de sentirnos alarmados. Los medios de comunicación contando los muertos cada segundo, cada milésima. Es paradójico; necesitábamos la necesidad de sentir que la vida estaba en peligro. Y realmente no lo estaba, nunca lo estuvo, nunca, pero fabricamos alrededor un sentimiento apocalíptico de que realmente nos estábamos jugando la vida, porque cuando alguien no tiene nada por lo que vivir, lo único que hace es confinarse y de esta manera consigue darle un sentido a la vida.


Esa frase de ‘Yo me cuido, Yo te cuido’ es rescatarle sentido a la vida, es ir más allá de la mercantilización de la existencia de los centros comerciales. Los dos años que hemos pasado encerrados ha sido una especie de expiación de la culpa de una vida vacía.


Decía Nietzche: “Los hombres que han dejado de adorar a Dios convierten a la salud en diosa”.


-LA VOZ DE MARCHENA: En este sentido, concluyes que ha existido una pérdida de soberanía popular por cuanto el poder político ha delegado sus funciones en las decisiones de los médicos, algo de lo que quizás nos hayamos dado poca cuenta.


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Pero, ¿por qué nos hemos dado poca cuenta? Muy fácil. Hemos sacralizado a la ciencia y la medicina tras haber desacralizado a Dios.
Hay una idea muy incorrecta que dice que el hombre puede vivir sin Dios. Es mentira. El hombre lo que puede es cambiar de Dios, pero no vive sin Dios. Necesita algo por lo que pueda dar su vida y por lo que vivir.


¿Y pasamos de Dios a la incredulidad? Nooo. Pasamos de Dios a los ídolos; cuando uno no cree en Dios, cree en ídolos: está claro, es evidente, es la naturaleza humana.


¿Y qué hemos hecho? Hemos llevado el proceso de desacralización de Dios, y a la vez, hemos ido sacralizando la ciencia. La ciencia se ha convertido no tanto en un sistema de conocimiento perceptible si no en un oráculo como el de los dioses griegos en el que la ciencia decía qué había que hacer, cómo había que hacerlo, ¿y quién encarnaba esa ciencia? El papel del médico. Entonces se produce una suspensión ética de la democracia. De la misma forma que cuando Dios habla tú te sometes, así lo hemos hecho nosotros con los médicos

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El problema es que el médico es un hombre, no es Dios. Entonces nos hemos sometido a otros hombres, y ésa ha sido nuestra propia insatisfacción. ¿Te acuerdas cuando íbamos a aplaudir a las ocho en el balcón a los médicos? ¿Eso no es acaso el mismo tipo de adoración con el que la gente va a cantar un aleluya a la Iglesia? Pues se le parece bastante.


-LA VOZ DE MARCHENA: Efectivamente, se convirtió en un ritual.


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Totalmente. Todo el mundo aplaudía a tal hora.


-LA VOZ DE MARCHENA: Llegas a comentar haber recibido miradas inquisitoriales por no llevar mascarilla. ¿Sientes que ha podido ser un motivo de segregación de personas? ¿Y en qué ámbitos ha podido afectar en mayor medida, al establecerse requisitos de obligatoriedad en muchos de ellos, casi en todos los ámbitos profesionales?


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Existían requisitos, por lo tanto fue segregación. Si se exigía, se segregaba al que no lo llevaba.


Y es absurdo lo de la mascarilla, porque quienes la usaban no la llevaban puesta todo el tiempo. Cuando estaban con un familiar cercano o un conocido, se la quitaban. No se usaba en función de la posibilidad de contagiarse, sino del grado de confianza que le producían las personas. Solo si llegaba alguien que no forma parte de tu familia, te la ponías. Y es evidente que el virus no funciona así, por eso es absurdo.


Sin embargo, tenemos otro problema y es que la mascarilla oculta nuestra propia identidad. Cuando la llevamos, todos los ojos son iguales. La identidad queda desapercibida. Es como si lleváramos una esvástica como los nazis. Nos vemos completamente alineados y este proceso de alineación al que nos hemos visto sometido se ha justificado en que el uso de mascarilla reducía las muertes. Mentira. Y en que era necesario: mentira también.


No se puede justificar ninguna cosa que vaya contra la libertad, salvo que decidamos pagar el precio de convertirnos en animales, que es en lo que nos hemos convertido en este tiempo.


-LA VOZ DE MARCHENA: En Liberofobia hablas de cómo la virtualidad de la existencia castiga sensiblemente la cultura del esfuerzo y realizas una crítica al relativismo moral, a la búsqueda inmediata del placer y a diferentes ismos desde el veganismo, feminismo, animalismo…como “falta de determinación y aspiraciones”, por ejemplo, al liberalismo económico que no ejerce como tal el concepto amplio del término de libertad. ¿Cómo hilvanas todo en una misma raíz?

 

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-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Todo se va hilvanando en función de la libertad. Llego a criticar a los liberales. A la vez critico al animalismo, al feminismo, pero defiendo la tauromaquia y a una actriz que es políticamente de izquierdas, Victoria Abril, que se opuso a los confinamientos.


Por ejemplo, en el tema de los liberales me he dado cuenta de que muchos liberales hablan de la libertad para no tener que ser libres y que muchos antitaurinos desprecian la tauromaquia no porque se mate al toro, sino porque desprecian los valores de heroicidad que encarna. Como el hombre de hoy es un hombre de paja, todos lo que es el carácter heroico lo ve como amenaza. Se ve amenazado ante un Hércules, ante un Julio César, ante un Alejandro Magno (y con esto no estoy diciendo que se contraten a veinte mil hombres para hacer una guerra) que son amenazas para un hombre que sabe que no se puede poner a su altura.


Lo que me refiero es que ya es hora de que los hombres seamos hombres con principios, con valores y que seamos capaces de decir ‘Por aquí no paso’.


Sin embargo, vemos como amenaza la heroicidad y la convertimos en imprudencia. Cuando una persona tiene valores en esta sociedad en la que vivimos, en lugar de verla como un héroe, la vemos como un radical, como un peligro, es que estás radicalizado, es que eres muy extremista, o para colmo le dicen que es un fascista. Pues no, es una persona que tiene convicciones y que lucha por las cosas y eso es absolutamente admirable.


Pero hoy se ve que la persona adecuada es una persona con mentalidad funcionarial, es decir, una persona que gestiona pero no soluciona, que prescribe pero que no cura, que opina pero no convence, que informa pero no conoce, que experimenta pero no cree.


Este tipo de cosas ha dejado al hombre completamente solo, desarmado ante cualquier cosa que no sea su experiencia y su opinión. Y permítame que te diga, Víctor, pero yo con mi experiencia de medir 1.73 y pesar 60 kg y que pueda ser del Sevilla o de lo contrario, así no se llega muy lejos en la vida.


-LA VOZ DE MARCHENA: Muchas actividades del hombre se llevan a cabo virtualmente hoy en día. ¿Hace perder esto el análisis con perspectiva, esa distancia de sí mismo que defiendes que el hombre ha de tomar para ello? Llegas a comentar que la frase ‘Pienso luego existo’ pone al hombre en el centro de todo, ante lo que reflexionas acerca de que el hombre debe tener unos horizontes, y que está anclado entre la tierra y el cielo, frente al hoy en día en el que se encuentra instalado en el ensimismamiento y la maximización del prestigio personal que se busca, como pones de relieve en Liberofobia.


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Hay muchos matices distintos. Me voy a concentrar en el de la virtualización, en el debate que tuvimos en la pandemia de que íbamos hacia un mundo virtual y estaban confirmados en que la virtualidad se iba a imponer frente a la presencialidad, frente a la realidad. Yo me opuse desde un principio a eso, porque va contra la realidad. Sin embargo, hay muchos procesos en la vida que se han virtualizado.


Ahora bien, hay muchos elementos de la virtualización de la existencia humana, que es a lo que nos llevaba el Covid, que amedrantan el espíritu del hombre; ¿cómo puedo educar yo a una persona en lo virtual cuando esa persona puede deshacerse de la realidad virtual dándole a un botón de clic? Si yo estoy en la realidad y tengo que enfrentarme a una negociación, o a un despropósito o a una afrenta o tengo que salir peor o mejor librado de una riña o de un elogio, yo, y la realidad viene de resistencia, tengo que resistir, no puedo desintegrarme, no puedo darle a un botón y desaparecer. Tengo que utilizar la mayor cantidad de dotes e inteligencia para salir exitoso de ese sitio. Sin embargo, en el momento en el que me veo en una situación en la virtualidad que no me interesa, simplemente desaparezco, soy como un fantasma.


Otro aspecto de lo virtual es el que tiene que ver con el fomento del sentimiento, más bien de los instintos frente a la razón. Si tú ves la capacidad de concentración de una persona de leer un libro, se reduce en lo virtual, porque lo virtual enfatiza nuestra condición de instinto de animal; salen luces, colores, botones, videos, cosas que hacen que la atención siempre esté entretenida, pero nunca esté concentrada.


Otro aspecto es la extremada turbovelocidad que impone la red. Todos los procesos personales se van dilapidando por la rapidez. Cuando van rápidas las cosas, nada cuece. Por eso los ligues por WhatsApp fracasan, porque se pide inmediatez e instantaneidad y la vida requiere de espacio, de tiempo, de silencio.


Confundimos información con conocimiento. Y es que el conocimiento es el tratamiento de esa información reflexiva, no sentimental; cognoscitiva, no alarmista; y esa es otra de las consecuencias de la virtualización de la existencia. Al ir todo más rápido, deforma el pasado, deforma la historia y convierte la historia en memoria. La memoria se ve deformada por el pasado. Yo me acuerdo en la época de la pandemia cuando trabajaba por internet, que ya no me acordaba si era jueves o era domingo; los días se eternizan en una hora.


Hay montones de implicaciones de la virtualización de la existencia. Esto no es ¡qué bonito que puedo hacer en casa las cosas que haría fuera! Eso es extremadamente superficial, las implicaciones son de mucho mayor calado y van desde lavarnos los dientes a la manera de relacionarnos con nuestras cosas.


-LA VOZ DE MARCHENA: Defiendes en Liberofobia que el hombre madura cuando tropieza muchas veces, no se amilana y se reafirma en sus convicciones. Sin embargo, escasea ese tipo de hombre en un mundo marcado por el alarmismo social y mediático en el que sucesos que llevan tras de sí grandes coberturas pasan desapercibidos posteriormente en poco tiempo o quedan olvidados, casos de la guerra de Ucrania o el volcán de la Palma, podríamos decir, o en Liberofobia la crisis de Afganistán a la que se alude como ejemplo de que realmente la sociedad occidental hace como que le importa pero no le importa tanto en el fondo la mejora de determinados conflictos o tragedias.

 

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-ANTONINI DE JIMÉNEZ: A ver, una persona solo aprende a montar en bici cuando se cae muchas veces y a nadar cuando traga mucha agua, pero se ha conseguido que podamos aprender a nadar solo deseándolo, a través de una simulación. Esa idea de conseguir las cosas solo deseándolo le da al sentimiento el protagonismo de la acción. Entonces, las cosas solo existen cuando son sentidas. Algo existe cuando es sentido. El volcán de La Palma existe cuando es sentido y como el sentimiento más fuerte que tiene el hombre de hoy en día es el miedo, las cosas existen solo cuando nos dan miedo. Como hemos apartado la razón, donde las cosas solo existen cuando las cosas son, ahora solo existen las cosas cuando nos dan miedo, y ésa es la razón por la que todo nuestro alrededor se hace apocalíptico y todo parece que es apocalíptico, emergente, urgente, definitivo, donde las cosas desaparecen.


Nooo, ya nadie se preocupa del Covid o de las mujeres de Afganistán, porque no es para preocuparnos, ya nadie se preocupa de lo que pasaba porque no era para preocuparnos. Ya nadie se preocupa del Covid porque nunca fue para preocuparnos. Inflamamos de preocupaciones cosas que no la tienen solo porque no tenemos ninguna razón para hacer las cosas si no es con miedo, porque como nos hemos vaciado de convicciones, de principios, de sentido.


Por ejemplo, nuestros padres salían adelante porque sabían que tenían que ser padres y eso significaba algo claro y contundente para sacar adelante su familia y punto. Como eso se va perdiendo, lo único que al hombre lo saca de la cama es un chute de sentimiento, y de sentimiento en sentimiento vamos saltando de un lado a otro, pero claro, la política del sentimiento es atroz, es como Enrique VIII, que se casaba con las mujeres cada vez que se enamoraba de ellas en vez de amarlas mucho más allá del sentimiento y cada cinco meses cambiaba de mujer, y eso fue un desastre para su Reino y para su monarquía.


Esto es así cuando el sentimiento domina la persona. Y no estoy negando al sentimiento, lo que estoy diciendo es que el sentimiento no puede ser el exclusivo motor de arranque de las cosas.


-LA VOZ DE MARCHENA: Comentas en un capítulo una frase como ‘Te protejo, pero sométete’, con la que se justifica todo en la seguridad y en la protección. Esta realidad del Covid se puede ver extrapolada, a nuestro entender, a otras muchas realidades como el control policial o el de la libre expresión de ideas en las calles o desde los medios de comunicación. A su vez, Antonini señala en Liberofobia que en un marco legal amplio de protección de la libertad, teóricamente, aprecia una autocensura creciente. ¿Qué nos puedes decir al respecto?


-ANTONINI DE JIMÉNEZ:
Está muy relacionado con lo que hemos hablado antes. El hecho de que el hombre solo se guíe por su propio entendimiento, que es tan precario y tan probabilístico, tan falsable, acaba asustándose frente a los retos de la vida que le exigen determinación. Ante eso se acobarda, se achanta y al achantarse, ¿qué hace? Pues se confina.


Es paradójico. De ese miedo, el hombre se confina y se censura. Es paradójico que en el reino de España, con el mayor número de licenciados de la historia y doctores de la historia, cuando hay más estudiante en la Universidad que nunca, no ha habido una autocensura tan fuerte como la de ahora, lo que hace pensar que Educación y Autocensura van de la mano.


¿Y cómo es posible si la Educación es la que te libera de la autocensura? Porque es una educación que se hace sin vocación, sin principios, una educación profesionalizada, basada en el simple interés, es una educación que transmite información pero no conocimiento y, por lo tanto, nos hace intelectualmente muy poderosos, y somos capaces de entender cualquier idea pero no somos capaces de defender ninguna. Hemos perdido el coraje y la valentía para defender nuestras ideas.


Y bueno, la servidumbre voluntaria basada de lo llamado políticamente correcto. No puedes hablar del feminismo, no puedes hablar del animalismo. Yo intento ser una excepción a todo eso. Y no es porque las personas no puedan entender lo que yo digo, sino porque no tienen el coraje para hacerlo. Y no tenemos coraje porque no tenemos marcos de referencia desde donde estar en el bien de las cosas. Y como todo es relativo y opinable y depende de donde tú te pongas, entonces lo que dice Antonini no es ni bueno ni malo, es según las circunstancias. No, mira hermano, eso es absolutamente deplorable. Yo prefiero que tú me digas estás completamente en contra, o a favor o que no te parece bien a que me digas eso es opinable.


Yo no he nacido para opinar. Yo he nacido para llegar a la verdad. Punto. Y es difícil, y es grande y es universal. Bueno, para eso estoy reñido. Yo no he nacido para dar opiniones, ni las quiero.


-LA VOZ DE MARCHENA: En definitiva, Antonini incide en que está en juego la libertad con las realidades que hemos pasado, y sobre todo, con la actitud del ser humano ante ellas. Es algo bastante importante y serio lo que afirmas. Me parece que cuando éramos jóvenes o nuestros padres lo eran, nadie pensaría que en 2022 iba a estar en juego la libertad.


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Yo no diría que está en juego la libertad. Yo diría aún peor. Ya la estamos perdiendo y el Covid ha demostrado que estamos en condiciones de perderla. He visto a muchas personas que han defendido para Europa el programa de vigilancia y de control social que está llevando a cabo China. Es que estamos llegando a unos niveles de servidumbre voluntaria obscenos e intolerables.


Resulta muy paradójico estar en un mundo como el español y el europeo donde estamos diciendo constantemente que queremos ser auténticos, donde se valora la libertad individual, eso de yo soy como quiera ser, lesbiana, homosexual, transexual, sin género, como tú quieras, uno está llamado a celebrar su propia autenticidad, pero luego tenemos un miedo atroz a sentirnos diferentes.


-LA VOZ DE MARCHENA: A tomar decisiones, incluso.


-ANTONINI DE JIMÉNEZ: Como consecuencia. Es que para sentirte diferente tiene que tomar decisiones. Es paradójico. ¿Cómo puedo sentirme auténtico si luego tengo tirria y miedo a no parecerme a los demás, a no estar en la opción mayoritaria o en lo políticamente correcto? Oiga, aquí hay algo que no funciona. O su autenticidad es solo deseada, que es evidente, o tiene una autenticidad que se parece muy poco a lo auténtico, que es lo que ocurre.


Yo lo que pido, es ¡señores, despertemos! Esto no es un libro sobre la pandemia, es un libro del hombre en pandemia. Y no solo en la pandemia de estos dos años, sino en la verdadera pandemia; la de la pérdida de referente, la de una vida sin sentido, la de un hombre mansedumbre y perdido. Y ése es el hombre que hay que desterrar, ¡ése es el hombre que hay que desterrar!


El otro día hablaba en uno de mis videos sobre el tema del feminismo y a pesar de que yo soy un crítico furibundo del feminismo, pero entiendo a las feministas, no desde el lenguaje desde que se las entiende normalmente, las entiendo porque si yo fuera mujer no soportaría un hombre a mi lado, porque son unos cobardes. Y entonces entiendo que las mujeres o bien se masculinicen para no necesitarlos o bien se hipersexualicen para atraerlos, y luego con su desprecio, apartarlos. Porque es insoportable, y no por el hombre en sí, sino por la naturaleza humana de hoy en día que realmente no tiene nada que ofrecerle al mundo más que dudas y opiniones.


¿Has visto la Semana Santa este año? Te das cuenta de que cuando la Semana Santa pierde los principios de la fe, se convierte en un espectáculo. Si ves sillas, cáscaras en el suelo, fotos por el whatsAppp, Facebook, pues a eso hemos llegado. Hemos denigrado los valores de las cosas que hemos heredado y las hemos prostituido.

 

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