Cultura

La obra teatral Brujas concentró a más de 500 espectadores en la sala municipal de Cultura. Cinco mujeres ya avanzadas en la treintena y que fueron grandes amigas de la adolescencia, son reunidas por una de ellas para averiguar con quién le ha engañado su marido. En esta novela exponente de la frustración individual de la clase acomododa, destacaron los papeles interpretados por Lara Dibildos, con una vis cómica gratamente sorprendente, y de Juncal Rivero, que con sus bromas y su frivolidad se ganó al público.


La obra teatral Brujas arrancó aplausos pero no ovaciones al final de los 100 minutos aproximadamente de interpretación en la sala municipal de Cultura, donde el afamado reparto de actrices hizo que se produjera una muy buena entrada de público respecto a la que suele ser habitual en el teatro.

Cinco amigas de un internado suizo se reúnen quince años después en la casa de una de ellas, que tiene fundadas sospechas de que alguna de sus amigas es la amante secreta de su marido.

En un primer momento, todos son abrazos, buenos recuerdos de aquello de "Sexo, Lujo y Cachondeo" y sonrisas cómplices, hasta que lógicamente sale el tema de conversación habitual, los hombres.

Luisa, interpretada por Juncal Rivero, comienza a dar cuenta de sus ligues, normalmente en selectos ambientes y hoteles, comenzando por cómo en Nueva York desaprovecha la oportunidad con un rubio, ojos azules y reloj de oro, de 2 metros de altura, un hombre "amable y encantador, que merece todos los respetos" por lanzarse a ella en el ascensor a su paso por el tercer piso para decirle "tienes unos pechos de lo más estimulante", y en el octavo proceder a oprimírselos diciéndole "deme esa cosita".

Mientras que con alegría y jactándose de no soportar cargas, Luisa (Juncal Rivero), se vanagloria de "haber elegido lo que me dé la gana, comprar lo que quiera y en cualquier lugar del mundo", este grupo de amigas pijas se 'escandaliza' de sus comentarios, cada vez más crecidos ante la moral íntegra de sus amigas, haciendo gala de su espectacular curriculum como mujer deseada.

Su lema es uno que desarrolla con numerosos ejemplos a lo largo de la obra: "el amor se puede encontrar en cualquier cama, la confianza, en la cuenta bancaria, y la amistad, en cualquier persona que te acaban de presentar".

El choque con la escritora afamada aunque venida a menos, es evidente puesto que en teoría son las dos mujeres que más se alejan de sus acomodadas y rutinarias amigas: Luisa es frivola y materialista, en contraste con la reflexiva hasta el punto de lo filosófico Carlota, que proclama que "la vida es muerte, el amor, hastío y la mentira, cualquier cosa".

Cristina Goyanes, en el papel de Amelia, es la primera en reconocer que en efecto tramita el divorcio y congenia con Luisa, con quien bromea para ver cuando empata a amantes con su marido, a la vez que reconoce haber pecado de enamorarse, casarse y volver a enamorarse de tres hombres distintos, mientras que Lara Dibildos, en su papel de Hortensia, defiende la fidelidad, el afecto y la comprensión que tan feliz hace su matrimonio.

 Con este punto de partida, todas brindan para decir nada más que la verdad, y se va desarrollando el argumento de la obra, donde la sorpresa más interesante de las vidas de estas amigas es el reconocimiento de la bisexualidad de dos de ellas, que en aquel tiempo a una de ellas, la escritora (representada por Arantxa del Sol) y a otra, la impoluta mujer casada, le produce la expulsión del instituto y un prolongado trauma posterior, a raíz de la polémica historia de un diario de vivencias que llega a las manos del director.

 

En este punto, entra en juego la capacidad de poner a prueba a las demás amigas de quien más claramente se aleja de la teórica moral cerrada de las demás; Luisa, que es capaz de reconocerse culpable de haber engañado a su amiga Elena siendo la amante secreta de su marido, e incluso de atribuirse la culpabilidad respecto al citado diario, demuestra ser la más inteligente y calculadora para lograr que finalmente se diga la verdad.

Entretanto, el alcohol parece haber afectado a una Hortensia (Lara Dibildos), espléndida en la interpretación de su papel, el que representa a una mujer débil, inocente, atormentada, bloqueada, y que cuando se destapa de su careta es una caja de sorpresas, logrando dar una sensación de patetismo muy bien lograda a través de sus dudas, de sus idas y venidas y de la gracia con que lo hace.

La escritora, Carlota (Arancha del Sol), va tomando protagonismo en el final de la obra, donde reconoce los traumas que le ha generado la bisexualidad y se muestra como una persona compleja, a medio camino entre profundos sentimientos ocultos y la ausencia de miramientos para lograr satisfacerlos, lo cual, conlleva el desenlace final de la obra.

Un desenlace en el que se observa como Elena, amor platónico de la escritora, esa amiga convocante de la reunión que juega a inspectora de su propia vida, se derrumba reconociendo la ausencia de dolor al conocer la verdad, que le produce un simple desencanto alejado de su tensión inicial, y en consecuencia, deja en evidencia la pérdida de amor por su marido, por lo que reconoce que no le afecta demasiado haberlo comprobado, mientras que Luisa y Amelia se divierten a más no poder disfrutando del show que protagonizan sus amigas y celebrándolo por todo lo alto con sus risas.

Al final, en el fondo, nada parece ser para tanto a pesar de la guerra que se produce minutos antes, y la vida continúa.

Acaba la obra y recibe el aplauso del auditorio, aunque no la ovación cerrada, pues el argumento ha sido a pesar de las sorpresas de la intrahistoria, un tanto repetitivo, y el guión, siendo bueno, ni ha despertado la carcajada generalizada ni tampoco ha girado a un dramatismo profundo de la consecuencia de las acciones de las protagonistas.

Se ha quedado, dentro de lo bueno, a medio camino, como los propios aplausos para una obra que causó, valga el nombre de la misma, un embrujo relativo respecto a la gran expectación creada, lo normal cuando la risa del público  es intermitente y las emociones despertadas no son demasiado intensas, reconociendo el trabajo por lo general, aceptable de las actrices, e incluso notable en algunas de ellas.