El salón de actos de Sodemar, sede provisional del Ayuntamiento de Marchena, acogió la presentación del libro de Álvaro Cabeza Andrés La II República en Marchena. Socialistas, Republicanos y Derechistas, un trabajo de más de 400 de páginas, basado en fuentes archivísticas, periodísticas, fundamentalmente del semanario local de la época El Eco de Marchena, y bibliográficas, con el que pretende no sólo describir los cambios producidos en Marchena entre abril de 1931 y julio de 1936, sino también destacar a sus principales protagonistas locales.
El acto, al que asistió la alcaldesa María del Mar Romero, y los concejales Joaquín Sánchez, Julia Irirarte (PSOE) y Francisco Rey (IU), fue presentado por el concejal de Cultura Víctor Montes, quien cedió la palabra a José Alcaide Villalobos, también investigador y escritor, para que presentara brevemente al autor y su obra. En su alocución, José Alcaide se refirió las históricas tensiones entre los pueblos, "muchas veces reconducidos mediante el diálogo", contrariamente a lo que con frecuencia sucede en España, "donde resolvemos nuestros conflictos internos con levantamientos, rebeliones y guerras; somos unos pésimos revolucionarios, pero unos excelentes golpistas".
Álvaro Cabeza, tras extenso capítulo de agradecimientos, refirió cómo su interés por Marchena no empezó hasta hace 10 ó 12 años, a raíz de las conversaciones surgidas en una reunión familiar, que despertó su interés, primero por la vida de su abuelo, Vicente Andrés Torres, médico de profesión, que llegó a ser alcalde Marchena, para más tarde abordar en profundidad el estudio de nuestra localidad durante la II República.
"En el año 1931 Marchena contaba con 17.494 habitantes, repartidos casi a partes iguales entre hombres y mujeres, con un analfabetismo que afectaba más del 70% de la población y con una economía básicamente agrícola, con un desigual reparto de la tierra que conllevaba una pobreza apabullante", afirmó Cabeza, a lo que habría que añadir "una escasa participación del pueblo en los cultos religiosos y unas lamentables condiciones sanitarias".
En ese contexto, y en medio de convulsos movimientos políticos, la convocatoria de elecciones municipales en abril de 1931 puso de manifiesto "que quienes habían gobernado la ciudad anteriormente eran ajenos a la realidad social y seguían en la convicción de que podían seguir haciéndolo gracias a una artimaña para aplicar el artículo 29 de la ley electoral y evitar, así, la celebración de las elecciones". Sin embargo tras el derrumbe de la Monarquía, se repitieron las elecciones, celebradas bajo un Gobierno republicano y con el PRR y el PSOE crecidos tras el cambio de régimen, que dieron paso a un Cabildo mayoritariamente socialista encabezado por un joven alcalde, Luis Arispón Rodríguez, pero que contaba con la capacidad gestora del primer teniente de alcalde, Gregorio García Ruiz, y con el liderazgo ideológico de Mariano Moreno Mateo.
"A pesar de la pésima situación económica y social, emprendieron la construcción de nuevos centros docentes, con una participación excepcional del maestro Santos Ruano, y afrontaron con decisión la laicización propugnada en la Constitución de diciembre de 1931 en una ciudad donde la tradición católica estaba muy arraigada", aseguró Álvaro Cabeza, quien también puso de manifiesto los errores que hicieron levantarse a las fuerzas conservadoras, que condujeron a frecuentes huelgas y altercados del orden, especialmente, el incendio de la capilla de la Virgen de los Desamparados.
Como consecuencia, las elecciones generales de noviembre de 1933 supusieron una clara victoria de los candidatos de derechas tras una campaña preelectoral que en Marchena se inició casi un año antes: "publicación de un semanario que hizo de incisivo vocero partidista, fundación de diversos partidos políticos, creación de un centro docente confesional, activismo desde las socialmente poderosas Hermandades, propagación de comentarios erosivos contra la gestión municipal, denuncias de supuestas corruptelas municipales, funcionarios que airearon de manera vehemente durante meses sus reivindicaciones salariales, continuos mensajes de carácter electoral en la opinión pública..." Vicente Andrés y Torre fue el nuevo alcalde de un Ayuntamiento de carácter conservador acompañado de otros once lerrouxistas, dos concejales agrarios y siete populares.
El mandato de Vicente Andrés, a diferencia del anterior, fue de carácter muy personalista. Guiado por el afán de ajustarse al presupuesto, limitó cualquier actuación a las disponibilidades económicas y ante la falta de ingresos estatales, basó su gestión en un incremento de la imposición municipal, imposición que siempre contó con la oposición del Partido Agrario y de AP, al tiempo que "El Eco de Marchena, que siempre jugó un papel decisivo en la opinión pública, volvió a ser la punta de lanza contra el Gobierno municipal desde junio de 1935 hasta que se produjo la destitución de los miembros lerrouxistas de la Corporación a principios de 1936 en medio de la descomposición del PRR y de diferentes casos de corrupción a nivel nacional" aseguró el autor.
El nombramiento de un nuevo alcalde conservador, José Enrique Calderón Serrano, por su brevedad apenas sirvió para que afloraran los casos de la mala gestión llevada a cabo en el bienio anterior y para que se constatara que los problemas seguían siendo los mismos.
Las elecciones generales de febrero de 1936 demostraron la firme implantación de las fuerzas conservadoras en Marchena. El resultado obtenido por los candidatos derechistas significó una clara victoria sobre los del FP, a pesar del triunfo de éstos a nivel provincial y nacional. No obstante, la reposición de la Corporación elegida en 1931 con un Luis Arispón más maduro al frente se produjo en medio de un ambiente crispado y polarizado. El aumento de la afiliación a Falange y los diferentes incidentes de orden público fueron prueba de la tensión que se vivía en aquellos momentos en Marchena.
(Imagen de archivo, 1 de mayo de 2013. De izquierda a derecha: Antonia Parra, presidenta de DIME, Ramón García y Lolines, sobrina de Luis Arispón)
"Los concejales socialistas dieron muestra de su compromiso personal y político en el último pleno de la etapa republicana, pleno que se celebró el día 17 de julio de 1936, a la vez que se sublevaban algunas tropas en Marruecos. Cuatro días después, José Montero Góngora se convertía en presidente de la primera gestora franquista y de manera inmediata empezaba una brutal represión". Desde hace una década, un azulejo con sus nombres en el edificio del antiguo Ayuntamiento les recordará para siempre, gracias a DIME y al siempre añorado Javier Gavira Gil.