Creíamos estar acostumbrados a la sensibilidad que Rubén Gallego, La Sonrisa de Abril, transmite en cada una de sus canciones, en cada uno de sus conciertos, pero la entrada de los músicos de la Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús y su emotivo abrazo con el pequeño Antonio, el "capitán de los valientes" removió los entresijos de las entrañas y nos dejó el alma hecha jirones y el corazón compungido. Y todo ello en el contexto de un concierto excepcional, que abrió sus puertas con el intimismo de un canto a la amistad y bajó el telón con un alegato a la paz, un canto a los cuatro vientos en contra de la violencia parido por el añorado Antonio Flores.
VÍDEO CONCIERTO SONRISA SINFÓNICA EN EL CANAL DE YOUTUBE DE LA VOZ DE MARCHENA
Y así subió al escenario La Sonrisa de Abril, voz, acústica y armónica, con una suavidad que parecía llevar colgado el cartel de "no molestar", para cantarle a la amistad , a esos amigos a los que no hace falta recordarles que "siempre estaré aquí", en una primera parte que continuó con el mítico tema de Ed Sheeran Perfect, en el que brillaron con luz propia la flauta travesera de Abril Gallego, hija de Rubén y el piano de Diego Gutérrez, dos jovencísimos músicos marcheneros con un futuro espectacular.
Con el perfume de los besos del camino, dedicada a los enfermos de Alzheimer, el cantautor marchenero demuestra que su mejor terapia es el cariño, y si éste va acompañado con música mucho mejor. Las maravillosas voces de Cristina y Judith Martel a los coros, el acompasado bajo de Gerardo Fernández al bajo y la envolvente percusión de Antonio Ramírez engrandecieron el mensaje.
Ya conocíamos el talento del joven ursaonense Asier Cuevas y de su maestría con la flauta travesera, en otras actuaciones en Marchena, pero en el concierto de Sonrisa Sinfónica se superó, desde el primer momento que pisó el escenario para arropar a la banda en la interpretación de una de las canciones más emblemáticas de Los Secretos, Pero a tu lado, escrita por el malogrado Enrique Urquijo, líder de la formación y del pop español.
No pudo faltar Angelyne, clásico de La Sonrisa de Abril, , dedicado a las mujeres valientes "que a pesar de todo sacan una sonrisa a la vida y la fuerza necesaria para seguir adelante ", ni tampoco Lady Love, que contó con los coros de todo el público asistente, entonando su pegadizo estribillo.
Hemos hablado de manera muy somera de Diego Gutiérrez, sencillamente porque volveríamos a hablar de él. El jovencísimo pianista marchenero estuvo sensacional durante todo el concierto, al igual que toda la banda, pero en la canción de Coque Malla No puedo vivir sin ti, el diálogo que su piano mantuvo con la flauta de Asier Cuevas fue de los momentos más sutiles de la noche, de tal belleza que inducía a pensar en el título de la canción, amor eterno entre las cuerdas y el viento.
Y casi sin darnos cuenta, llegamos al final de la primera parte de esta Sonrisa Sinfónica, con otro clásico del cantautor, Baila princesa, baila, single con aires rumberos con el que participó en la Gala de Nochevieja de Canal Sur de 2020, y que fue acompañado en ritmo y melodía por un público feliz y agradecido.
El eco de su voz es una canción escrita para su madre, que la Sonrisa de Abril dedicó a sus padres presentes en el Auditorio Pepe Marchena y que sirvió para la presentación de la Banda de Música Villa de Marchena, dirigida por el maestro Javier J. Padilla, autor de los arreglos, y que una vez más demostró una elegante simbiosis con el cantautor y su grupo..."y vendaste mis alas de cera, venciendo quimeras para llegar a la luz". Una luz que ilumina el espacio Entre el suelo y el cielo, título de la segunda canción que interpretó con el acompañamiento de Villa de Marchena, donde se noto la brisa fresca y el vaivén de las olas "en la orillita del mar".
Mirada al cielo como antesala de Capitán de los valientes, una canción que el cantautor dedicó al pequeño Antonio después del trágico suceso de la maldita Noche de Reyes. Paseíllo triunfal de la A.M. Dulce Nombre de Jesús desde el hall hasta el escenario del Auditorio, con un público puesto en pie que ovacionó con un nudo en la garganta, el porte marcial y el redoble de unos tambores, que por momentos fueron réquiem y por momentos esperanza y alegría de vivir. Momento inolvidable, segundos eternos que pararon el tiempo, cuando Jesús Guisado, director de la Agrupación dio la entrada a los suyos, para hilvanar junto a Villa de Marchena los compases más emotivos de la noche, que el cantautor definió como "un grito de esperanza, de luchar codo a codo por la alegría de vivir". Como rúbrica final el abrazo interminable entre el cantante y el pequeño Antonio, entre el maestro y el alumno, entre la pluma que un día embelleció un papel y un inesperado protagonista que se abrazó a la vida.
Si no llega a ser por dos inmortales himnos musicales y la última creación de La Sonrisa de Abril que aún quedaban en el tintero del concierto, ya todo habría dado igual. Pero no, afortunadamente la noche siguió embriagada de sentimientos y de buena música. Primero con su último single Pintaré la lluvia de color, un bello canto a la esperanza, al que siguieron dos temas imprescindibles en sus conciertos, La chica de ayer y No dudaría, como homenaje a dos grandes de la talla de Antonio Vega y Antonio Flores.
Prolongada y cerrada ovación de un público entregado, al que al inicio del concierto, antes aún de que las notas de la acústica y la armónica revolotearan por la sala, el cantante deseó que al final se fueran con el alma llena. Deseo cumplido, el público se fue con el alma llena... de jirones, por culpa, ironías de la vida, de una tal Sonrisa Sinfónica.