CRÓNICA. ASOCIACIÓN CULTURAL PEÑA FLAMENCA DE MARCHENA. FOTOGRAFÍAS Y VÍDEO: LA VOZ DE MARCHENA. De nuevo, la coqueta Cueva de Graná en Marchena, sita en la Casa Fábrica, abrió la temporada del 25 aniversario del nacimiento de la Peña Flamenca de nuestro pueblo, con un clamoroso éxito en el debut en público del guitarrista marchenero Melchor de Juan Reyes, de la saga de los Melchores, que acompañó al cantaor jerezano Pedro Montoya ‘Chanquita’, emparentado con grandes sagas de la flamenca ciudad andaluza.
Con el aforo de la Peña al completo y con un público deseoso de escuchar a dos jóvenes artistas flamencos, se iniciaría la noche del viernes 17 de febrero. La voz la pondría Pedro Montoya “Chanquita”, cantaor de Jerez emparentado con muchas de las grandes sagas de cantaores y cantaoras de Jerez.
El acompañamiento vendría de las manos del joven marchenero Melchor de Juan Reyes, que se presentaba por primera vez en público, con su propio nombre como guitarrista flamenco. Melchor, porque desciende por parte materna de una las sagas más señeras de la historia del Flamenco, la de “los Melchores”, biznieto de Melchor de Marchena, y Juan Reyes por parte paterna, porque así se llamaba su tatarabuelo “Juanillero”, gran cantaor, hermano de la Gilica y padre de Lucas Reyes del que dijo Antonio Mairena, que fue unos de los mejores cantaores por soleá que han existido.
La noche comenzó con una solemne y emotiva presentación de parte del presidente de la peña. Hizo una definición del flamenco desde su parte emocional, que es casi toda. El flamenco es “fundamentalmente transmisión”, dijo nuestro presidente. La comparó con otros géneros musicales sometidos a una métrica milimétrica que constriñe por su rigidez y excesiva matemática, que quedan muy lejos de la trasmisión de las emociones del flamenco, lo cual no significa que éste no tenga normas ni estructuras, que las tiene y muchas… lo que ocurre es que deja libertad al artista para tener personalidad propia en la interpretación de los distintos palos. Decía que el flamenco, es algo más que la suma de las distintas partes y ese algo es lo que se denomina transmitir emociones, o lo que se ha llamado siempre desde que el flamenco es flamenco, “tener duende”, y ese duende viene de los lamentos del alma de gentes que en su génesis han sufrido mucho a lo largo y ancho de seis siglos, entre ellos el pueblo gitano.
Chanquita, empezó su recital desde lo jondo, por martinetes y tonás, ejecutando con maestría y precisión a pesar de su juventud. Prosiguió con unos tientos tangos, muy del estilo de los que se cantan en Jerez, que como todos sabemos por allí suena todo diferente, remató por tangos echando la vista a los clásicos de Triana.
Melchor hizo una introducción por seguiriyas que recordaba a los Melchores, con un toque renovado, con muchos giros musicales propios, con una técnica depurada y cristalina, Chanquita convenció magníficamente por seguiriyas rematadas ejemplarmente con un macho de Curro Dulce.
Prosiguió por alegrías, pidiendo la colaboración a las palmas de Alvaro Copano y Diego Montoya. En este palo se llenó el escenario de un excelente y puro compás, unas alegrías clásicas que daban ganas de salir a bailar, muy bien acompañadas por Melchor. En este palo se crecieron todos los artistas y estuvieron a la altura de Chanquita, que por cierto podría jugar en la NBA, pero lo que es indudable, es que en el flamenco suma de tres en tres y anota de manera certera desde todas las partes de la cancha flamenca.
Chanquita y Melchor a medida que iban ejecutando palos crecieron en conexión, ese cuadro por alegrías es para recordarlo como una de las mejores que hemos visto en los 25 años de historia de nuestra Peña. Así termino la primera parte, todo el mundo sorprendido del nivel que estaban dando artistas tan jóvenes y dejaban al público expectante para una segunda parte que no tardó en llegar.
La reanudación del espectáculo vino de la mano de Melchor de Juan Reyes, que la abrió con un solo por tarantas, sorprendió a todo el público asistente con una forma de tocar moderna, no olvidando la esencia clásica, con una armonía añeja, combinada con un virtuosismo desmedido para su edad, 18 años. Con la cejilla en el uno y la afinación al natural, se movía como pez en el agua desde el primer hasta el último traste a lo largo y ancho de todo el mástil. Ensambló todas las técnicas posibles en la pieza, picados y escalas con mayúsculas limpiamente ejecutadas, con todas las clases de arpegios ligados, simples y dobles del revés y del derecho. Sin duda uno de los momentos claves de la noche; porque Melchor de Juan Reyes nos sorprendió a todos y de qué forma. El joven guitarrista marchenero es ya una realidad; una realidad al que auguramos la mayor proyección dentro del mundo flamenco. ¡Ojalá! Porque todos deseamos y esperamos tener otro referente de la sonanta perteneciente a la saga de los Melchores y Juanilleros.
A continuación, Chanquita, se unió a Melchor para ejecutar unas magníficas soleares, continuando con la línea siempre ascendente del espectáculo, prosiguió por fandangos muy personales y formó el taco con el soniquete incomparable de Jerez por bulerías. Los cuatro artistas en este palo lo dieron todo terminando Chanquita marcándose la siempre auténtica pataíta de Jerez por bulerías.
El numeroso público que asistió a esta mágica noche de flamenco despidió en pie, aplaudiendo eufórico, al elenco de artistas, muy satisfecho de lo visto en el escenario esta noche de viernes flamenco, en la Peña Flamenca de Marchena.
A. C. Peña Flamenca de Marchena