El pasado miércoles por la noche tuvo lugar en Lora del Río la representación de cinco sainetes y entremeses de los Álvarez Quintero, a cargo del grupo de teatro del Club Martia, que acabó ovacionado durante casi un cuarto de hora ininterrumpidamente. El acto, inmerso en la obra social de Unicaja, contó con una gran asistencia de público que disfrutó de las magistrales comedias, enredos y disparates, que provocaron dos horas continuas de carcajadas y de risas.
El grupo del Club Martia sigue sorprendiendo, dado que su compenetración es cada vez mayor en estos sainetes que están llevando por circuitos provinciales con gran profesionalidad, a pesar de que hay que recordar que son aficionados.
Para el que los conozca, no sorprende, pero para aficionados de fuera de nuestra localidad, además en este caso el público de Lora muy entendido en teatro, el impacto es altamente positivo ya que las expectativas se vieron muy colmadas a saber por la gran ovación final que siempre guardarán en su memoria los actores del Club Martia.
En primer lugar comenzó el acto con la interpretación de La Zancadilla, un retrato costumbrista en el que una astuta y joven mujer descubre que el amor de un joven por él no es más que fruto de una apuesta con los amigos para pagar la cena en la taberna si llega a conquistarla.
Con un ambiente andaluz excepcional en el decorado y la música de fondo de Pepe Marchena al inicio de cada uno de los sainetes, presentados por José Manuel Sevillano, el presumido mozo que comienza la tertulia con la joven presumiendo de sus dotes a la guitarra y al canto, pero la joven descubre pronto la falacia y le da un buen rapapolvo verbal antes de despacharlo a gusto mientras que el protagonista se marcha resignado a su suerte no sin dejar de meterse con su "querida" y reconociendo la guasa que va a tener que sufrir por parte de sus amigos en la taberna. Sin lugar a dudas, un argumento típico de la época, que de una u otra forma en la realidad de esta tierra Andalucía se repetirá por los siglos y que conectó genial con el espectador.
El segundo sainete fue delirante por la viveza de los diálogos. "Ganas de reñir", ¿quién no las ha sufrido en sus propias carnes? Interpretado por Chari Sánchez y Manuel Guisado, desarrolla la escena en la que un amante, fotógrafo, acude a visitar a su novia, la hija de un regente de imprenta que le espera sentada en la puerta y ya avisando de sus intenciones: "Esta tarde riño con él, qué poco le va a durar la sonrisa". Casi ná...
La desesperación irá creciendo en el novio desde el momento en que Martirio, la protagonista, que interpreta con enorme garra su papel, discute por motivos tan insospechados como que llegue media hora antes a saludarla, pues este hecho es intrepretado como que otros días puede llegar media hora antes y no lo hace porque no se le antoja. La incredulidad del novio, que se da momentáneamente la espalda en un impulso, provoca que Martirio, nunca mejor puesto el nombre a la joven, le achaque que "le dé la espalda", mientras Martirio disfruta de su guasa recordando la tradición familiar de aquello de tener ganas de reñir como una parte más del encanto del noviazgo. Las cosas del ayer...y del hoy también.
Lo cierto es que el actor se metió en la piel del personaje para sudar la gota gorda y la actriz para demostrar una mezcla de sangre fría y guasa muy bien llevada al escenario, que vivió la contraposición más fuerte de caracteres con la puesta en escena de "Los chorros del oro", en el que Paqui Hidalgo y Juan Nuevo interpretaron de nuevo los papeles de dos amantes, una mujer viuda pulcra, ordenada al máximo, frente a un hombre desarrapado, descuidado, pero con una sencillez que le hace conquistar a su amada, que ya lo anuncia con un "tiene gracia, pero es tan puerco..."
Juan Manuel llega a la casa con un "¿Vive ahí la más bonita del barrio?", a lo que Elena responde "¿quién?", - "El hombre más feo de Europa", responde, después de una entrada a la casa en la que la madre de Elena ya le ha recomendado que si tiene un paraguas lo tire, al menos los días de lluvia para que se moje de vez en cuando, ante lo que el propio Juan Manuel, con todo su arte, pregunta: "Con imparcialidad, ¿cómo vengo?".
Entre delirantes diálogos sobre los remedios de Juan Manuel para la limpieza y su chaqueta ensuciada y corbata en el bolsillo que lleva, se desarrolla la escena que acaba con ambos cantándose fandangos de amor y con las intenciones de corregirse para Juan Manuel, que llevado por el entusiasmo le promete que su hija es un calco a la deElena en pulcritud y presencia, lo cual se comprueba efectivamente que no es así ante la desesperación de Elena, que jura y perjura que hasta que no sea decente Juan, ella se queda con su hija. Juan Manuel, que nunca pierde el sentido del humor, concluye imitando a un perro de agua que se va a lanzar al río por las peras que lance y no pierde la sonrisa al marcharse, cuando la obra se cierra con su estructura circular informándole la madre de su amada que el carro de la basura pasa al amanecer.
Mímica a raudales y ritmo rápido en este sainete que también despertó las carcajadas de los aficionados de Lora del Río.
Después del descanso, fue el turno para Celia Benitez y María del Mar Lora, que interpretaron "¿A que he venío yo?", una obra en la que prosiguieron los diálogos con acento andaluz en un tema tan propio como el cotilleo, que llega a límites sorprendentes a través de la trama, con una mujer que cuenta a una joven varios enredos familiares y la avisa de las intenciones de un joven con él, pero que durante la trama pierde la noción de lo que va a hablar para acabar en un auténtico galimatías que refleja muy bien la sociedad del momento.
Ya por último, Sara Martín y Diego Carmona se subieron al escenario para interpretar Sangre Gorda, en la que Santiago, un hombre ya bien adulto y bien tranquilo, contrasta con la joven e inquieta al extremo Candelita, a la que día tras día ha ido a visitar durante dos años, tomándoselo con calma el hombre.
En la continuación de la contraposición de caracteres antagónicos, Candelita, sola en el escenario al principio de la acción, se resigna a su suerte de acabar con "un hombre que hasta en apagar un fósforo echa tiempo" y que una vez que llega le pregunta tranquilamente por toda su familia con pasmosidad. "¿Y la mamá de usted? ¿Y el papá de usted? ¿Y su tío Juan?", echando de menos las tertulias en las que ya uno por otro se han quedado ambos solos con el paso del tiempo.
Del tiempo se pasa al reloj y entonces Santiago tarda por poco más en darle la hora a su amada que en llegar desde su casa a la de ella, lo que narra con tranquilidad parándose a cntar los minutos exactos desde la casa al café, de allí a la bodega de Rufino...."¿Y no tiene usted reló?, Sí, si tener tengo, pero me gusta calcular la hora en el aire", -¿pero qué hora es? - ¿Por el de la Iglesia o por el de la estación?".
Toda esta forma de ser le viene a Santiago de padre, con sus famosas "máximas" entre las que nunca se le olvidará a Santiago aquella de "pobrecito, decía sólo anda aprisa el que tropieza, déjate ir despacito, sólo se fue con una pena, no haberme hecho una carrera", recuerda Santiago en el afán infructuoso que tuvo su padre de haberlo hecho empleado de telégrafos: - ¡Primero que los partes de usté yegaban toas las cartas! ¡Aunque las yevaran andando!, responde Candelita.
La trama concluye con una reacción de un Santiago que de boca de sí mismo dice que le ha bajado la temperatura cuando Candelita le comunica que le gusta a un joven, si bien cuando en su conversación ésta le dice que ese joven se ha enamorado y casado con su hermana en 3 días, le vuelve la temperatura en una hilarante escena a Santiago, que ya no sabe si le sube o le baja, sólo que no promete responder de estar vivo, cuando ella le invita a acompañarlo el día siguiente a ir a misa a las cinco de la mañana, a andar, a recoger unas flores, a almorzar, ir por unos dulces, a recoger unos encajes....sangre gorda en definitiva es y seguirá siendo baje o suba su temperatura.
Son sin lugar a duda los actores marcheneros, personas que han demostrado tener tablas para hacer disfrutar al público y que volverán a buen seguro a hacer lo mismo en su próxima representación, el 8 de octubre en Montellano, también dentro de la Obra Social de Unicaja.